Reseña del libro 1916-2016 Breve historia contemporánea de la Argentina. Edición definitiva. Luis Alberto Romero (Buenos Aires, 2017, Fondo de Cultura Económica)
Para mis días de descanso había reservado la lectura de este libro que es un verdadero tratado de lo que podríamos llamar nuestra “argentinidad”. Me es imposible comenzar esta recensión sin unas palabras de alabanza y gratitud hacia su autor que tan concienzudamente ha analizado nuestra última centuria. La revista publicó una reseña en su número anterior firmada por Roberto Bosca. Creo que sería una maravilla que un libro de este talante fuera el fundamento de aquellos que con seriedad desean comprender no sólo lo que nos ha ocurrido, o mejor dicho lo que los argentinos hemos hecho ocurrir, sino también los necesarios debates que deben darse entre nosotros si queremos transformarnos en una verdadera república.
Así como los médicos suelen afirmar que más que enfermedades hay enfermos, podríamos también decir que más que historias hay historiadores. Y por supuesto, como todos creemos que la objetividad coincide con nuestro modo de pensar, siempre apreciamos con mayor gusto a aquellos que en sus opiniones afirman lo que nos gustaría decir a nosotros.
Seguramente en mi juventud tuve maestros, tanto laicos como sacerdotes que me encaminaron por una concepción republicana de nuestra Nación. Y esto es lo que veo reflejado en cada página de este libro.
Además, es admirable que un historiador no se limite a la sola descripción de los acontecimientos sino que realice una verdadera síntesis política, económica y sociológica de cada uno de los períodos de los últimos cien años.
En cada capítulo se advierte un extraordinario esfuerzo por superar los “diversos relatos”, a los que nos han querido someter las distintas dirigencias, para entresacar las “posibles verdades” que necesariamente deben iluminar nuestro camino hacia el futuro.
A mi entender, incluso para hacer frente al más grande desafío que debemos afrontar los argentinos -la superación de la pobreza- pasar de los relatos a las verdades es una tarea imprescindible; y creo que puede ser éste el mayor aporte que nos hace Luis Alberto Romero en su obra.
Y bien, después de tantas alabanzas alguna crítica que la adelanto aquí, pero espero hacérsela personalmente al autor. Es evidente que la laicicidad en la que fue formado Romero no le ha permitido tener una visión un tanto más objetiva de los aportes positivos (creo que los negativos los tiene claros) que ha hecho la Iglesia en esta centuria para construir nuestra República. Esto también merece, al menos, un buen debate histórico.
Yo también, como él, fui formado en nuestras escuelas y universidades laicas e igualitarias… pero salí católico. Los caminos de Dios son insondables.
7 Readers Commented
Join discussion¿La visión de Romero no es del relato liberal ideológico?
Exactamente, Monseñor. Como decía San Pablo. Desde la lejana Haití, adonde prometió venir a visitarme el P. Vicente Llambías, otro sanisidrense enamorado del Caribe, le envío un fuerte abrazo recordando breves tiempos compartidos en la isla más grande del Caribe, aquí cerca. Y desde ya que, luego de su amena recensión, compraré ese libro de Romero en marzo, cuando visite Buenos Aires y a mis amigos de Criterio. Todavía descansa en mi mesa de luz en Buenos Aires, aún sin abrir, el último libro de Juan José Sebreli sobre las religiones. Si Romero es «laicista», qué dejamos para Sebreli! Este sí que, hace siglos (o sólo décadas) ya estaría en el Index. Menos mal que hoy somos más republicanos y tolerantes. Debe ser, en buena medida, por la semilla fecunda de nuestro Botana y nuestro Braun.
o sea que tienen una visión ideológica
El padre de Romero fue puesto, por la dictadura de Onganía, como rector de la UBA para “desperonizar” la institución; definitivamente tiene una ideología, y se refleja sobretodo en los epílogos contra el kirchnerismo.
Leí dos veces el libro de Luis Alberto Romero. Admito y admiro su prosa brillante. Pero ideológicamente no me representa en absoluto. El historiador Romero no sólo es un declarado laicista (tiene todo el derecho del mundo a serlo), el problema es que cultiva un laicismo impregnado de odio a la Iglesia y al catolicismo. No solamente minimiza y/o ignora el aporte que la Iglesia y los católicos hicieron a lo largo de nuestra historia, sino que siempre que tiene oportunidad -de manera sutil, disimulada y a veces no tanto- hace quedar mal a la Iglesia y su valiosísimo aporte a la identidad nacional, asociándola con derecha autoritaria, el antisemitismo, el partido militar, la antidemocracia, el nacionalismo aristocratizante. Me sorprende que monseñor Casaretto haga un comentario tan simplista y poco equilibrada de esta obra de Romero.
no tiene derecho a odiar nadie
Discúlpame, pero hay hechos objetivos que no se pueden negar, y como institución, la Iglesia ha sido fuente de severos problemas de segregación social, y de alianzas bastante turbias, que no te según la creencia y revisa ese fanatismo!