En un artículo publicado por La Nación el 1º de febrero, Gabriel Tokatlian advierte sobre la inconveniencia de emplear el aparato militar para combatir el narcotráfico.
El doloroso ejemplo de las políticas aplicadas en México, ilustra al respecto.
La oportuna advertencia de Tokatlian está fundada en argumentos de peso, tomados del mundo académico internacional, donde mucho se ha analizado sobre este problema de vasta difusión en todos los continentes.
El narcotráfico es un problema criminal complejo, con dimensiones sociales, culturales y financieras, que la Nación y las provincias deberían encarar coordinadamente como política de Estado mediante las fuerzas policiales federales y provinciales. Con toda razón, en el año 2015 dirigentes de todo el arco político se reunieron con la Comisión de Pastoral Social del episcopado argentino para asumir un compromiso con vistas a reducir el consumo de drogas y combatir el narcotráfico.
Ese compromiso sigue en vigencia. Bueno sería actualizar y ahondar esta línea de amplio consenso, haciéndolo, además, operativo.
Una política de defensa no precisa justificarse en el objetivo de erradicar el narcotráfico. Es necesaria por sí misma.
La memoria de los años de plomo y horror ha dado lugar a una interesada forma de corrección política, hábilmente explotada desde los gobiernos de los últimos lustros. Ello y el prolongado desmanejo de nuestra economía han impedido que sucesivos gobiernos encararan con solvencia una adecuada modernización de nuestro aparato de defensa.
Necesitamos una política de defensa porque vivimos en un mundo donde el sistema de seguridad colectiva de las Naciones Unidas es sumamente precario y cada Estado tiene la responsabilidad de proveer a su propia seguridad.
La Argentina debe estar preparada para disuadir cualquier posible amenaza sobre su inmenso espacio terrestre, marítimo y aéreo.
Hoy no lo está.
El interés nacional trasciende la gestión de un período de mandato presidencial. El Gobierno nacional bien podría convocar a un diálogo con exponentes de la dirigencia argentina, del que pudieran surgir lineamientos de una política de Estado de largo aliento en materia de defensa, vinculándola estrechamente a una tarea análoga sobre política exterior.
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Join discussionPorsupuesto que quiero dejar un comentario. Estoy muy de acuerdo con que el Ejército debería cumplir otras funciones, que no sea la de perseguir narcos, salvo en casos de extrema necesidad de fuerza. Pero convengamos que, la sociedad está muy cansada de promesas incumplidas en cuanto a este tema. Muchas reuniones, muchos congresos, muchos encuentros de debates, mucha capacitación sobre el narcotráfico tanto de investigadores como de elementos de fuerzas de seguridad. Sin embargo, no ha servido de mucho, ya que la droga sigue aún más vigente que nunca y el consumo ha superado mucho las estadísticas de años anteriores. No hay solución visible al problema. No soy quién para dar respuestas o propuestas, no quiero caer en lo fácil de la crítica sin solución o dar soluciones drásticas. Acá hay un problema mayúsculo, que no tiene solución visible en lo inmediato.