Comentario sobre los libros Los Románov (1613- 1918), de Simon Sebag Montefiore (Buenos Aires, Crítica, 2017) y Todo lo que necesitás saber sobre la Revolución Rusa, de Martín Baña y Pablo Stefanoni (Buenos Aires, Paidós, 2017).
Power tends to corrupt and absolute power corrupts absolutely.
Lord Acton
En dos libros escritos a mediados del siglo pasado que conservan su notable valor aún hoy, en medio del entusiasmo algo ingenuo del progresismo del tipo homo videns, Fritz Stern (The Varities of History) y Peter Gay (Style in History), describieron con agudeza los diversos paradigmas estilísticos de la escritura histórica. A su turno, George Macaulay Trevelyan, (Clio, a Muse), recordó irónicamente la naturaleza esencialmente narrativa del discurso historiográfico: “Algunos escritores parecían no haber estudiado nunca el arte de contar una historia”.
Los dos textos que comentamos ahora constituyen claros ejemplos de regreso (o progreso) a una exposición inteligible del pasado.
La obra de Simon Sebag Montefiore es probablemente el relato historiográfico más completo de las complejas gestiones políticas y personales de los Románov. A través de casi mil páginas, el autor describe con claridad y gracia los vericuetos políticos desde Miguel en 1613 hasta la tragedia de Ekaterimburgo, donde la última familia imperial fue ejecutada en 1918. Este episodio es descripto con una precisión casi minimalista, la misma con la que se narra la singular trayectoria del stárets siberiano Grigori Rasputin, a partir de la supuesta sanación del cesarévich Alexis, único hijo varón de Nicolás y Alejandra.
La obra se cierra con un epílogo que remite a una descripción de la actualidad rusa: “putinismo mezclado con autoritarismo Románov, santidad ortodoxa, nacionalismo ruso, capitalismo de amigos, barbarie soviética y elementos típicos de la democracia, las elecciones y los parlamentos… la visión eslavófila de la nación ortodoxa, superior a Occidente, y excepcional por su carácter, ha sustituido al internacionalismo marxista”.
El libro de Baña y Stefanoni, hábilmente diagramado, recorre hasta hoy el destino de la Revolución rusa, más allá de la rebelión de Kronstadt, cuya “represión marcó el fin de la Revolución”. Ya Rosa Luxemburgo había advertido tempranamente que la concepción clausewitziana del Partido convertiría a la dictadura del proletariado en una élite de la burocracia. Una cronología comparada, una bitácora y una bibliografía cierran el volumen que pertenece a la colección Todo saber de Paidós. Extraña sin embargo que en el listado de obras no aparezcan textos que me parecen sustanciales como los de Martin Malia, Comprendre la Révolucion russe; el de Alain Besançon, Los orígenes intelectuales del leninismo; el de Annie Kriegel, Los grandes procesos en los sistemas comunistas; o el de François Furet, El pasado de una ilusión (Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX), entre otros.