Las relaciones internacionales suelen valerse de hechos pero también de gestos para expresar distintas formas de agrado o desagrado, de afinidad o distanciamiento entre Estados y personas. Respecto de las relaciones de la Argentina con Europa en general y con Alemania en particular, es ineludible comparar la existencia o no de hechos y gestos positivos, según se trate de antes o después del 10 de diciembre de 2015.
La sucesión de visitas de las más altas autoridades alemanas a nuestro país y viceversa entre junio de 2016 y junio de 2017 habla por sí misma de la recuperación del tiempo pasado. El 2 y 3 de junio de 2016 visitó Buenos Aires el Ministro Federal de Asuntos Exteriores, Dr. Frank-Walter Steinmeier. Hacía seis años que no se recibía un ministro de exteriores alemán (el 12 de febrero último Steinmeier fue elegido Presidente Federal, es decir, jefe de Estado).
Un mes después, el 5 de julio de 2016, el presidente Macri visitó Berlín y se reunió con la Canciller Federal (Primer Ministro) Angela Merkel, de la Unión Demócrata Cristiana. Once meses después, el próximo lunes 8 de junio, visitará nuestro país la Sra. Merkel. La última visita de un Canciller Federal fue hace quince años, en febrero de 2002, cuando arribó el socialdemócrata Gerhard Schröder. Su visita fue importante ya que era el primer jefe de gobierno europeo que llegaba a la Argentina en medio del maremágnum de la crisis económica de fines de 2001 y demostró la preocupación de Alemania por la delicada situación que enfrentaba la Argentina.
Antes de Angela Merkel nos visitó la Presidente del Bundesrat (Cámara Alta), Marie-Luise Dreyer, quien mantuvo audiencia con el Presidente y encabezó un nutrido grupo de empresarios alemanes. No se producía esta sucesión de hechos y gestos positivos, con semejante continuidad, desde la década de 1990. La excelente sintonía del entonces presidente Carlos Menem con el Canciller Federal Helmut Kohl, del mismo partido de Merkel, que gobernó Alemania entre 1982 y 1998, contribuyó a esos encuentros. En aquellos tiempos, como ahora, se esperaban las inversiones alemanas. En abril de 1991, durante la primera visita de Menem a Bonn, se firmó el Tratado sobre Promoción y Protección Recíproca de Inversiones, necesario para impulsarlas. Pero entonces Alemania enfrentaba la reunificación del país, consagrada el 3 de octubre de 1990. Esa reunificación importó un gasto de miles de millones de marcos –luego euros- destinados a integrar la anterior República Democrática Alemana a los cánones de Alemania Federal. En 2015 se calculaba que se habían invertido entre 160.000 millones y dos billones de euros en todo el proceso. La Argentina no era prioridad.
Hoy es la Argentina la que necesita demostrar ese mantenimiento de reglas de juego que exige la disposición para radicar inversiones. El clima de cambio del gobierno del presidente Macri, confirmado de manera elocuente durante su reciente visita al presidente Trump en Washington, exhibe una sintonía de la que los europeos toman siempre debida nota.
Por eso, si bien las próximas elecciones de medio término en nuestro país, en octubre, constituyen otra coyuntura crítica cuyos resultados se aguardan con ansiedad en la Casa Rosada y en el exterior, la visita per se de Angela Merkel no es un gesto menor: se produce tres meses antes de que ella misma enfrente su cuarto desafío electoral a nivel nacional.
1 Readers Commented
Join discussionAmigo Pedro Pedro von Eyken,
Es lindo hacer referencias a visitas, relaciones, encuentros, «gestos positivos». Pero la historia es lo que es, y a veces nos condena.
Observe Usted que en la década de los noventa los intereses alemanes por el negocio de la manufactura de documentos personales era tan escandalosamente favorable, que la coima se generalizo a funcionarios menemistas y no menemistas. Los empresarios alemanes fueron enjuiciados por estos deplorables hechos.
Esperemos que ahora con Macri (gran admirador de Menem) la historia no vuelva a repetirse.