Monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro y miembro de la Comisión episcopal de Pastoral Social, presenta su testimonio de muchos años como activo lector de nuestra publicación.
Ante todo algunos recuerdos lejanos. Por pura gracia de Dios desde chico participé activamente en la Acción Católica en la parroquia de Santa Julia. Tuvimos asesores brillantes y era uno de los centros llamados “más abiertos”. Como jóvenes inquietos reclamábamos al párroco reformas eclesiales necesarias que caían de su peso (eliminación de categorías de los sacramentos, supresión de aranceles, independencia del poder político) y que poco tiempo después fueran proclamadas por el Concilio.
Nuestros formadores, que eran laicos mayores, ya nos instaban a leer CRITERIO. Estamos hablando de fines del ‘40 y comienzos del ‘50. En aquel tiempo los obispos eran personajes lejanos, y prácticamente no existían cartas pastorales. CRITERIO y quizás algunos boletines de la Acción Católica eran grandes canales de comunicación que ayudaban a la vivencia práctica de la fe. De hecho en la revista encontrábamos palabras de algunos laicos que eran casi paradigmáticas y la referencia a hombres como Gustavo Franceschi y Miguel de Andrea eran constantes en quienes queríamos hacer compatibles nuestras creencias frente a las corrientes tan arraigadas del nacionalismo católico.
Un recuerdo al pasar: se ve que Franceschi era tan amante del buen castellano que a mí, desde chico, fanático del tango, me molestó una nota en la que criticaba a Gardel y al lunfardo. Decía algo así como “una cama podrá ser sencilla y humilde, pero llamarla catrera…” y “cómo se puede usar la palabra vieja para referirse a la madre…”.
En esos años para los que nos considerábamos jóvenes amantes de la democracia, CRITERIO era un cuasi magisterio iluminador. Y al escribir este párrafo me acuerdo de una carta pastoral de los obispos que nos dejó atónitos, criticando el “así llamado humanismo cristiano”… precisamente cuando lo estábamos fundando en la Universidad. Todos corrimos a consultar a esos laicos democráticos que eran nuestros monstruos sagrados, verdaderos ejemplos de vida cristiana y amantes de las vías republicanas, entre quienes no puedo dejar de nombrar a Ludovico Ivanissevich y a Hilario Fernández Long. Ellos nos tranquilizaron diciéndonos que en esa pastoral los obispos se habían equivocado. Ironías que nos depara el Señor: después en mi propia vida pude comprobar personalmente que “a veces” los obispos nos equivocamos.
Otros recuerdos más cercanos
De la larga lista de directores mencionada en la presentación de la revista de marzo de este año a los que más recuerdo son Jorge Mejía y Rafael Braun. Con Rafi nunca tuve una relación muy cercana; considero que cumplió muy bien su misión. De Mejía he sido amigo desde siempre y llegó a ser “nuestro hombre en Roma” (referente para los obispos argentinos). Y esto tiene mucho que ver con CRITERIO. En la Iglesia, gracias a Dios, siempre hubo líneas distintas. Somos una comunión en la diversidad.
A Mejía le tocó ser director de la revista también en un tiempo eclesial bien difícil: el post concilio. Fue el momento donde se pusieron más de manifiesto esas líneas. Algunas ideológicas, en las que CRITERIO nunca cayó, y que terminaron en violencia, lo cual significa que se escaparon del evangelio. Otras, las más frecuentes, en acentuaciones positivas o negativas en la interpretación del Concilio. Algunas hicieron vivir un martirio en vida a santos como Pablo VI.
No es tarea mía canonizar a CRITERIO, pero la revista siempre se inclinó a interpretar al Concilio en un estilo que podríamos definir de prudente avanzada. Y recalco tres aspectos que me parecen fundamentales. En primer lugar, la vivencia interna de la misma Iglesia en conformidad con la Lumen Gentium, destacando el papel del laicado. Aquel cuasi magisterio del que hablábamos en el apartado anterior siguió vivo en la voz de numerosos laicos que se apartaban de vivencias ultraclericales, a veces atreviéndose a discutir algunas cuestiones con obispos.
El segundo aspecto conciliar que CRITERIO tomó como propio y que le dio, a mi entender, una dimensión profética, fue el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Convocar a rabinos y pastores a encuentros y cederles la revista para que se expresaran era algo inédito en el catolicismo.
Y el tercer punto al que quiero referirme es la convicción republicana de la democracia como el único modo de plasmar las enseñanzas de Gaudium et Spes en la vida de nuestro país. Y por república se entendía democracia a secas, sin aditamentos: división e independencia de los poderes y reconocimiento de los partidos políticos. Y esto no era poco en tiempos en que abundaron los golpes de Estado: mis recuerdos más intensos se remontan al tiempo en el que muchos católicos añoraban algún Franco salvador y lograron imponerlo en la persona de Onganía.
Podríamos enumerar muchos otros temas pero estos tres son suficientes para tener una idea de lo que significó CRITERIO en esos tiempos. Por mi amistad con Jorge Mejía puedo dar fe de los dolores de cabeza que soportó por mantener esa línea, causados sobre todo por miembros de la Iglesia que no compartían esa visión. Cuando Jorge fue llamado a Roma a colaborar con el Papa se puso bien de manifiesto la ortodoxia y el sentido eclesial en el que había sabido mantener la línea editorial.
Mirando el presente y el futuro
Es mérito de José María Poirier y tantos colaboradores haber ido logrando una revista cuyos números son esperados para tener buena lectura sobre temas eclesiales y de actualidad. Me ayuda incluso a seleccionar libros para leer y películas que no tengo que perderme. CRITERIO ilumina mi interpretación de la realidad y amplía mi mirada sobre el mundo.
Me atrevería a insinuar algunos desafíos que creo van a merecer una atención más intensa en estos tiempos y en el futuro cercano y que la revista podría acompañar desde la reflexión. Como no me siento autorizado a referirme a la realidad internacional me voy a limitar a nuestro país. El gran desafío que tenemos los argentinos es seguir armando nuestra democracia, podríamos decir, “desde arriba y desde abajo”. Integrando a todos.
Los argentinos hemos construido una democracia con fuertes tintes corporativos. No es la que soñábamos en nuestra juventud. Pero es la nuestra y la real. Tampoco pensábamos entonces que íbamos a llegar a estos niveles de pobreza. Y ya los partidos políticos, aunque sigan siendo imprescindibles, no representan a los pobres. Están los sindicatos, los nuevos movimientos sociales y hasta los piqueteros. Creo que es ofensivo reducir esta realidad a la condición populista. Se trata de integrar a todos para que nadie quede afuera de poder vivir con la dignidad de hijo de Dios.
El segundo desafío ha sido planteado en el primer número del año: la reconciliación de los argentinos. Desde la memoria, la verdad y la justicia… pero para encontrarnos y no para seguir alimentando odios y venganzas. La pastoral del encuentro tan alentada por el papa Francisco debe iluminar nuestro futuro.
Y el tercero: ¿podrá CRITERIO seguir siendo portavoz de esos profetas laicos tan necesarios en la Iglesia? Esta es una pregunta que encierra muchos interrogantes. El primero y no el menor es ¿cómo serán esos laicos? Porque hasta ahora hemos conocido grandes hombres y mujeres que son personas de oración, han armado familias ejemplares y se han destacado en sus actividades profesionales, desde un humanismo cristiano.
En la actualidad, los perfiles laicales son distintos y los desafíos que plantea el secularismo son muy fuertes. Hay que acompañar la vocación de los laicos en un tiempo difícil, pero a la vez muy rico en posibilidades. Seguramente el Espíritu Santo que anima la historia irá mostrando los caminos y la revista seguirá reflejando esas búsquedas.
Hermanos de CRITERIO, felices noventa años. Que Dios los bendiga.
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Join discussionAprovecho el comentario de Monseñor Casaretto sobre los 90 años de Criterio, para contar una pequeña historia personal, que denominaría «han ganado un nuevo lector».
He crecido desde mi adolescencia, los 70, recibiendo en mi hogar la revista; luego tuve que mudarme a 200 km para estudiar en la universidad. No obstante, cada vez que volvía a visitar a mis padres, preguntaba si «ya había llegado Criterio». Y cuando me estaba volviendo, consultaba si me la podía llevar. Normalmente la respuesta de mi padre era que «aun no la había terminado de leer».
Esto fue asi por varios años, hasta que formé mi propio hogar y me di el gusto de suscribirme a la revista. Por primera vez en muchos años la revista era solo para mi y no tenia que compartirla. Y desde entonces, con algunas interrupciones, soy suscriptor de Criterio.
Desde hace unos años ya, luego de leer cada número, se la llevo de regalo a un sacerdote amigo, quien las deja siempre en la sala de espera de su oficina, «para que vayan formándose mientras me esperan, suele confiarme pícaramente.
Hoy ya tengo hijos universitarios, y uno de ellos, el mes pasado, cuando me aprestaba a llevarle al sacerdote amigo el último número, me detuvo diciendo: «papá todavía no se la entregues al Padre Guillermo que aun no terminé de leerla», Esto me llevó 30 años atrás en mi historia personal y me hizo pensar que Criterio, ya tenia un nuevo lector!!!
Gracias por los casi 50 años acompañándome a pensar.
Estimado Monseñor,
Usted siempre logra satisfacer su predilección por los eufemismos. Con decir «de prudente avanzada», no ofende, no califica, no descalifica, y mucho menos…aclara.
La palabra «conservadora» en un poco imprudente. La palabra «católica» es imprecisa; además, el Papa Francisco es un «populista» para la Revista Criterio.
Podríamos decir que la revista Criterio es de «tendencia católica no vaticanista».