Convocados por la Universitat Ramon Llull de Barcelona (casa de estudios que distingue al eminente laico poeta, teólogo y filósofo cercano a la espiritualidad franciscana), y en el marco de la XIII Muestra de Cine Espiritual de Catalunya, se realizó por primera vez un encuentro entre directores de festivales de cine espiritual y religioso alrededor del mundo.
Los presentes de países como Egipto, México, Reino Unido, Francia, Bélgica, Italia, Alemania, Suiza y desde la Argentina el autor de esta reseña (como director del Festival Internacional de Cine Religioso, Arfecine), compartimos intensas jornadas de reflexión, debate y experiencias sobre la difícil tarea de promover un cine de valores espirituales distinto al del entretenimiento imperante en las carteleras comerciales. Para Miriam Diez, directora del Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura, es fundamental “reunir a personas y entidades con finalidades compartidas”, y el tema del cine espiritual “exigía un conocimiento mutuo, coordinación y pensar juntos estrategias de encuentro y potenciación”. El cine espiritual, para Diez, es “un excelente puente entre la cultura, la espiritualidad y la religión, y una manera de conectar con la cultura contemporánea”.
El encuentro fue organizado por el Observatorio a solicitud de la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat (cuya biblioteca especializada recibió con entusiasmo varios números de CRITERIO), y con la colaboración de Signis Internacional. En declaraciones de Enric Vendrell, director General de Asuntos Religiosos del gobierno catalán, “hace falta un mayor grado de conocimiento de las religiones por parte de la ciudadanía”. Las actividades se centraron en la presentación de una excepcional base de datos sobre cine espiritual. El Seminario “International Seminar on Film and Values”, junto a las películas presentadas dentro de la Mostra, brindó una excepcional retrospectiva del cineasta polaco Krysztof Zanussi, también físico y filósofo, y contó con su presencia y la proyección de algunos clásicos como Iluminación o El año del sol quieto, además de títulos recientes como Obce cialo (Cuerpo extraño), que integra asimismo la última edición de Pantalla Pinamar.
Hace unos años, Zanussi respondía a CRITERIO por qué considera que en la posmodernidad se niegan los valores espirituales del hombre: “Porque estamos anclados en la memoria del siglo XIX, del cientificismo, que es una visión muy primitiva. Increíblemente vivimos una ciencia muy cercana a la espiritualidad pero el común de la gente lo desconoce. Observo en todo el mundo un acercamiento a la espiritualidad, desde los artistas hasta los científicos, pasando por la gente común, pero es difícil de ver porque es el inicio de este proceso. Si pensamos el interés en la espiritualidad hoy, en comparación a diez años atrás, vemos un gran desarrollo, es la tendencia. Pero así como es verdad que Copérnico se adelantó a la opinión común más de 300 años y Albert Einstein se adelantó cien años a la sociedad de su época, estos elementos empiezan a pesar en nuestra mentalidad y nos permite acercarnos a un punto esencial, clave, en la comprensión del mundo, el misterio. La ciencia hoy habla del misterio, a diferencia de aquella de hace dos siglos que sólo señalaba certezas. Las dudas son creativas e inspiradoras para el hombre y también para su acercamiento a la dimensión espiritual”.
¿De qué hablamos cuando mencionamos al cine religioso? Indudablemente, sus múltiples dimensiones se corresponden con temas de la religión, pero podemos atenernos a las relaciones que el hombre mantiene con un Dios infinito expresadas a través del arte. Y recurrimos a las palabras del filósofo español Gustavo Bueno en la revista El Basilisco: “Pero la referencia a una ‘constelación de premisas’ implícitas en un uso, más o menos estable, de la expresión ‘cine religioso’ no es un procedimiento definitivo para determinar los significados de tal expresión. Porque la ‘constelación de premisas’ va cambiando y, con ella, los usos y los significados”.
Frente un mundo segmentado por el caos y la violencia, claves en gran parte del cine de entretenimiento, la experiencia compartida del vínculo entre cine y espiritualidad permitió aunar la visión trascendente y ecuménica con la de una cultura de valores universales.