Antonio Berni. Revelaciones sobre papel

Referente ineludible de la pintura argentina, la obra de Antonio Berni se asocia instantáneamente con dos nombres: Juanito Laguna y Ramona Montiel, personajes de ficción creados por el artista pero de gran anclaje social: “Yo a Juanito Laguna lo veo y lo siento como el arquetipo que es; arquetipo de una realidad argentina y latinoamericana, lo siento como expresión de todos los Juanitos Laguna que existen”, dijo cierta vez Berni sobre sus criaturas. Juanito, y su universo de la villa, tuvieron su presentación en sociedad en la galería Witcomb en noviembre de 1961 e internacionalmente apareció por primera vez en la Bienal de Venecia de 1962. De ese año es Ramona Montiel, creada en París pero con el corazón de joven pobre de barrio de Buenos Aires, costurera primero, prostituta después.
Vinculado al surrealismo, luego a los movimientos sociales y por último con una breve militancia activa en el Partido Comunista, la realidad social entrecruza la paleta de Antonio Berni, conmovido por la realidad que fotografió junto al dirigente Rodolfo Puiggrós al adentrarse en la marginal periferia rosarina.
En el MAMBA, la oportunidad de conocer más de 200 dibujos inéditos de Berni, por lo tanto, no debe dejarse pasar. Como así tampoco sorprenderse por el intenso marco de realidad política presente en estos trabajos, donde conviven esos primeros paisajes rosarinos de juventud, con obras de intensa madurez como las que resumen su mirada sobre la masacre de Tlatelolco, el París del Mayo Francés del ‘68, la Guerra de Vietnam y, principalmente, la última dictadura militar argentina, para desembocar en los bocetos para los murales de la capilla San Luis Gonzaga de Las Heras, que datan del año de su fallecimiento.
En nueve ejes conceptuales, la exhibición en el MAMBA establece su propio horizonte en cada bloque pero también la intensa relación de motivos comunes que afloran anticipando lo siguiente. Se suceden desnudos, paisajes, prostíbulos, sexo explícito e incluso un segmento que reúne bocetos de las Galerías Pacífico, en la época del Taller de Arte Mural fundado junto a Castagnino, Spilimbergo, Urruchúa y Colmeiro, y que permite atestiguar sobre la infausta restauración del conjunto que sobrevivió en dicho emplazamiento y otras partes que actualmente por fortuna conserva y exhibe el Museo del Libro y de la Lengua. Recuerda el autor de estas líneas el diálogo con la pintora Dolores del Olmo Iribarne y su desazón al contemplar el nuevo conjunto: “Quedaron iguales, y antes cada una tenía su personalidad”, aseguraba la artista que fue testigo directo. Pero la exhibición en el MAMBA permite reconocer la génesis de esa labor fundamental del muralismo argentino. “Crucifixiones y Apocalipsis” cambia el horizonte y lo vincula con la pintura religiosa, donde no puede sustraerse de la memoria su “Cristo en el garaje”.
En Berni el miedo al entorno, con sus monstruos y pesadillas, convive con la realidad social directa, así como con las presiones políticas e históricas. Su mundo, pleno de resignificación, plantea una experimentación técnica, imaginario social y realismo artístico. Una síntesis lograda que, en este insospechado nuevo acercamiento, permite quizás una mirada más integral a la evolución conceptual y política amalgamada con su labor como artista.

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