Los usos políticos de una emoción

Reseña de El miedo. Historia y usos políticos de una emoción, de Patrick Boucheron y Corey Robin (Buenos Aires, 2016, Capital Intelectual).

¿Tiene algún fundamento que creamos ver un intento de manipulación en los discursos políticos que nos hablan de posibles daños y amenazas? ¿Cuándo la difusión política del miedo es un acto necesario, socialmente sano y cuándo una excusa para concentrar poder o generar una determinada reacción? ¿Qué recorrido hay del miedo al terror y qué manejos se hacen de ambos? ¿Cómo se inducen?
Estos son sólo algunos de los interrogantes que, verbalizados o no, nos habitan. Somos bombardeados por mensajes no siempre confiables, que, por lo general, intentan mostrar aspectos seleccionados, cuando no distorsionados, de la realidad política cotidiana. A lo largo de la historia el miedo ha sido utilizado como un arma movilizadora de inusual potencia y también como fuerza represiva, de exclusión y de persecución. Instrumento de tiranías y democracias.
El miedo reproduce el debate mantenido entre Patrick Boucheron (historiador, profesor del Collège de France) y Corey Robin (politólogo y también profesor) en las jornadas llevadas a cabo en el Instituto de Estudios Políticos de Lyon, durante 2014. Ambos disertantes ya habían tratado el tema en sendos libros: Conjurer la peur de Boucheron y El Miedo (Fondo de Cultura Económica) de Robin, que se encuentra agotado.
Es habitual, y este ejemplar lo confirma, que los libros de diálogos, debates y conferencias tengan la gracia y el atractivo de lo desacartonado, de lo directo. Los autores, en contacto con el público, no se sienten conminados a justificar cada afirmación con un cuerpo teórico que la verifique, animándose a discutir diferentes hipótesis en forma más espontánea, con menos formalidad que en un texto, tomando otros riesgos. En este breve volumen se aprecia la claridad de la exposición, que recurre a diversas fuentes (Hobbes, Adam Smith, Maquiavelo, Foucault y otros no menos relevantes) sólo en los casos necesarios y sin notas extensas. Logra un detallado tratamiento del tema, al abordar los principales aspectos del uso político del miedo en la historia. El índice ilustra la orientación de las discusiones: “Historia y actualidad”, “Señalar al enemigo”, “Instrumentalizar y manipular” y “Las dos caras del miedo”. En el primer capítulo afirman: “Hacer temer, en vez de hacer creer –sin hacer comprender nunca nada–, esa es seguramente la mejor forma de hacerse obedecer”. En los capítulos sucesivos podemos seguir los desarrollos que diferencian el miedo hacia afuera y el interno, cómo la política exagera uno para ocultar otro; los miedos que perpetúan una injusticia o generan euforia y acción.
Boucheron vino a la Argentina en julio para participar en La Noche de la Filosofía. En esa oportunidad Astrid Pikielny lo entrevistó, y sus comentarios nos hacen reflexionar: “Lo que puede verse en Francia y en Europa, en términos históricos, con esta ola de atentados es que, para prevenir un peligro e impedir que se desarrolle, se puede provocar algo peor”. También Robin se manifiesta en el mismo sentido: “Un día, la guerra contra el terrorismo finalizará. Todas las guerras lo hacen. Y cuando termine, veremos que seguimos viviendo con miedo: no del terrorismo o del islamismo radical, sino de los gobernantes locales que el miedo nos ha dejado a su paso”.

2 Readers Commented

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  1. Juan Carlos Lafosse on 9 noviembre, 2016

    El libro es excelente y, aunque no proponga ideas nuevas, tiene el beneficio agregado de su brevedad y claridad. Es un placer leerlo, realmente tiene la «gracia y el atractivo de lo desacartonado, de lo directo».
    Como dijo nuestro Papa Francisco en su discurso a los participantes del Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el pasado 5 de noviembre de 2016: «Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de las armas y de la muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles.»
    Y, moralmente aún más repugnante, es la campaña actual para “Señalar al enemigo”, acusando a los inmigrantes de causar los problemas que sufren actualmente los argentinos (ya se les agota la «pesada herencia»…) y necesitan un culpable.
    En el mismo discurso, Francisco cita a «mi hermano el Patriarca Bartolomé: «Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y trascienden la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo»»
    Sugiero leer «El negocio de la desesperación», de Claire Rodier, para ver en detalle los negocios y demás razones que tienen para instalar esta idea.
    El triunfo de un personaje como Trump, también se basó en estas estrategias indignas.

  2. lucas varela on 11 noviembre, 2016

    Tengo la tendencia, instintiva, de ubicarme del lado de los que sienten miedo. Quizás se debe a mi condición social (no soy elite, soy pueblo).
    Pero trato de que mi carácter se sobreponga al miedo que hace de mi vida nada más que una “existencia tranquila”:
    no soy capaz de repetir diariamente la misma tontería, si esto me asegura una “existencia tranquila”;
    no quiero sacrificar justicia por “un orden”. Justicia es darle a la inteligencia lo que es de la inteligencia, que es la verdad. Quiero defender mi verdad, y no callarla. Hay verdades que impiden una “existencia tranquila”;
    lucho por obrar bien entre malvados. Quiero contrariar a los malvados, pero no quiero obrar bien por miedo, por coerción social, eso es hipocresía, es malo;
    no quiero sacrificar ideales por una “existencia tranquila”;
    quiero vivir dignamente, y morir una vez. Un hombre muere moralmente, cada vez que reniega por miedo;
    no quiero durar, quiero vivir;

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