La increíble década del ‘30

El autor quiere resumir los acontecimientos y los personajes más relevantes de una década argentina que marcó un antes y un después.

Una serie de obras públicas no demasiado difundidas se esconde desde hace más de 75 años en pueblos pequeños y medianos del sudoeste bonaerense. Edificios municipales, mataderos y portales de cementerios emergen con dimensiones sorpresivas y gigantescas en medio de la llanura pampeana.
Son las expresiones del monumentalismo de época con parentesco nazi-fascista que ordenó Manuel Fresco, médico que gobernó la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940 con el respaldo del Partido Demócrata Nacional, integrante de la Concordancia, un frente con la Unión Cívica Radical Antipersonalista y el Partido Socialista Independiente. Fresco, que ejerció el poder bajo el lema “Dios, Patria y Hogar”, implantó la educación católica, militarizó la policía, estatizó los servicios públicos y encaró un gran volumen de obra pública al ritmo de lo que también ocurría en la presidencia de Agustín P. Justo.
El encargado febril de esa idea fue el arquitecto e ingeniero Francisco Salamone, que ejecutó alrededor de 60 obras en 38 meses. La gestión de Fresco, consagrada en urnas fraudulentas, terminó cuando el presidente Roberto Ortiz decidió la intervención federal. Durante sus cuatro años, Fresco-Salamone construyeron edificios municipales que debían ser más altos que la iglesia de cada pueblo para subrayar el predominio del Estado, y con un reloj en la cúpula para arrebatar la referencia al campanario y al reloj de la estación ferroviaria. Cada una de esas construcciones era en sí misma una declaración de principios.
El símbolo de los altísimos portales de los cementerios representaba, posiblemente, la buena relación entre el poder político y la Iglesia católica después de que el Congreso Eucarístico de 1934 sellara el entierro de la experiencia liberal que rigió con alternativas diversas desde Caseros hasta el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen. “La hora de la espada”, anticipada en Perú por Leopoldo Lugones al conmemorarse la Batalla de Ayacucho, la última que liberó el continente americano, sonó el 6 de septiembre de 1930 cuando José Félix Uriburu leyó la proclama redactada por el mismo Lugones. Poco después, su hijo “Polo” Lugones incorporaría la picana eléctrica a las prácticas policiales.
Fue ese poeta cordobés de antecedentes anarquistas y socialistas, desairado por Rubén Darío cuando no lo incluyó en sus dos antologías Los raros, quien comenzó el giro político con sus seis conferencias en el Teatro Odeón que dieron lugar a su libro “El payador”. Bajo su conducción ideológica, los próceres liberales, sobre todo José de San Martín –entronizado por Bartolomé Mitre–, fueron lentamente reemplazados en el espacio público por la admiración al gaucho, en especial el Martín Fierro de José Hernández.
Se instalaban así otras corrientes de pensamiento, entre ellas el revisionismo histórico de los hermanos Irazusta, la actividad política de Carlos Ibarguren, Interventor Federal en Córdoba designado por el general Uriburu, el nacionalismo católico y también el concepto de “hispanidad”, con matices algunas veces diferenciados y hasta divergentes que acompañaron el golpe de Estado del 4 de junio de 1943 capitalizado luego por Juan Domingo Perón.

Ramiro de Maeztzu
Señala Ricardo López Gottig que “en tiempos del primer centenario argentino, algunos intelectuales plantearon la necesidad de ‘argentinizar’ la gran masa inmigrante; en 1914, el 75% de los habitantes de Buenos Aires era extranjero, una gigantesca Babel. El escritor Ricardo Rojas propuso la argentinización a través de la educación cívica y la formación en historia en las escuelas; pero hubo otros, como el prolífico y popular novelista Manuel Gálvez, que dieron inicio a otra visión: el argentino es católico y habla castellano. En su novela El diario de Gabriel Quiroga, publicada en 1909, sugirió la expulsión de los protestantes y el Ejército de Salvación, aunque esto violentara la Constitución. Allí fue naciendo el concepto de la “Argentina católica”, que cobró fuerza durante los años ‘30 y alcanzó su cumbre en el golpe de Estado de 1943”.
Manuel Gálvez fue secretario de prensa del Congreso Eucarístico de 1934 al que asistió el cardenal Eugenio Pacelli, papa Pío XII desde el 2 de marzo de 1939.
El modelo de Estado que proponía el nacionalismo argentino era autoritario, de tipo corporativo, rechazaba el capitalismo y también la lucha de clases.
El pensamiento político y filosófico de Ramiro de Maeztzu, embajador de Primo de Rivera en la Argentina, ejerció influencia entre 1930 y 1940, se relacionó con miembros de la intelectualidad católica argentina que difundieron ese concepto de “hispanidad”. El 12 de octubre de 1934, el Primado de España, Isidro Gomá Tomás, pronunció su conferencia “Apología de la Hispanidad” en el Teatro Colón durante el Congreso Eucarístico Internacional. “América, dijo, es obra de España. Esta obra de España lo es esencialmente del catolicismo. Luego hay relación de igualdad entre hispanidad y catolicismo…”.
Julio Irazusta narró que los nacionalistas argentinos celebraban algunos de sus encuentros en la embajada de España en Buenos Aires, donde dialogaban sobre actualidad política, filosofía y religión, y coincidían en sus críticas a las democracias liberales. El catolicismo era para ellos la base para la restauración del orden, la jerarquía y la autoridad manteniendo los lazos con España.
En la vereda opuesta quedaban las ideas del liberalismo positivista, sostenidas y desarrolladas desde el siglo anterior, que habían generado y respaldado los movimientos de independencia de España en suelo americano.

La década increíble
Mientras la política y las instituciones se deslizaban en esos escenarios tumultuosos, la vida cotidiana de los argentinos transcurría por carriles diferentes. Una rápida enumeración no taxativa permite recordar que entre 1930 y 1940 apareció la revista literaria Sur (1931) y dos años después la editorial del mismo nombre, fundadas por la escritora Victoria Ocampo. La revista agrupó a la intelectualidad nacional e internacional y facilitó, por ejemplo, el desarrollo de la literatura fantástica de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. En 1935, Borges dio a conocer su Historia universal de la infamia y algunos cuentos en el diario Crítica. Antes, se había publicado la revista literaria Martín Fierro donde Borges, Pedro Figari, Raúl González Tuñón, Leopoldo Marechal, Fernando Fader, Macedonio Fernández, Norah Lange, Leopoldo Lugones, Conrado Nalé Roxlo, Xul Solar y Ricardo Rojas publicaron sus trabajos. A su vez, el Grupo Boedo encarnó el realismo social en su revista Proa y el Grupo Florida instaló lo argentino a través de una visión global y mundana.
El 24 de junio de 1935 murió Carlos Gardel en un accidente aéreo en Medellín. Tras sucesivos inconvenientes, atribuidos por algunas fuentes historiográficas a la necesidad de crear un mito urbano que desviase fuertes críticas políticas al gobierno de Justo, el cuerpo del cantor arribó a Buenos Aires por vía marítima. El velatorio en el Luna Park y el entierro en La Chacarita fueron multitudinarios.

Roberto Arlt exhibió los anhelos y sentimientos de barrios y personajes en sus «Aguafuertes porteñas» publicadas en el diario El Mundo; Leónidas Barletta dio a conocer el Teatro del Pueblo, el primero de carácter independiente en América Latina. Se desarrollaron el cine, la radio, la comedia cómica, el sainete, el fútbol y los estadios, el boxeo, el automovilismo y los clubes de barrio.

Entre 1930 y 1940 Ortega y Gasset, García Lorca y el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt visitaron la Argentina. Buenos Aires fue sede del Congreso Panamericano y de la reunión del Pen Club Internacional, se erigió el obelisco porteño, se abrieron las diagonales Norte, Sur y la avenida General Paz, se tendieron varias rutas nacionales, entre ellas la 2, para consagrar a Mar del Plata como destino turístico masivo. Fue también el tiempo de los actores Florencio Parraviccini, Luis Sandrini y Pepe Arias y de los intérpretes de música melódica Pedro Vargas y Elvira Ríos. Emilio Petorutti presentó el futurismo y el cubismo, Berni promovió la problemática social en la pintura, Batlle Planas renovó el surrealismo, Raquel Forner el expresionismo y Fernando Fader el neoimpresionismo.

Surgieron nuevos empleos femeninos, entre ellos la secretaria, la manicura, la telefonista y la empleada; se incorporaron el automóvil, los artefactos eléctricos y los muebles de baño y cocina a la realidad cotidiana.
En 1933 aparecieron las primeras películas sonoras y se habilitaron alrededor de 600 salas. Domingo Di Núbila explicó que éstas difundieron mensajes sociales y políticos. Muchas películas mostraron la realidad de la vida cotidiana, lo popular, lo nacional, el humor, la familia, el trabajo, la actualidad política y lo criollo. Los tres berretines (1933), Maestro Levita (1938) y Puerto Nuevo con Pepe Arias; El viejo doctor (1939) con Enrique Muiño y Ya tiene comisario el pueblo (1936) se hicieron cargo de mostrar el tango, el fútbol, el turf, la medicina y el fraude electoral, entre otros temas. En 1938, Mujeres que trabajan, de Manuel Romero, presentó a Niní Marshall en el papel de Catita, una manera de mostrar la incorporación de la mujer al estudio y al mercado laboral. Al año siguiente se estrenó Prisioneros de la Tierra, sobre el trato inhumano en los yerbatales.
En la segunda mitad de la década hubo varios suicidios de intelectuales. Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Lisandro de la Torre, Enrique Méndez Calzada, Florencio Parravicini, Víctor Juan Guillot y Leopoldo Lugones dieron fin a sus vidas por decisión propia.
En la variopinta década del ‘30, Petrona C. de Gandulfo comenzó el ciclo de sus recetas de cocina a través de las radios Argentina, Excelsior y El Mundo. En 1933 publicó la primera edición de su libro con recetas, consejos, organización de la casa y una sección para la mujer que trabaja y cuida de su hogar, otro signo del cambio de época en esta década increíble. El ciclo abierto con la Gran Guerra, seguida por la Gran Depresión del ‘30 y la Guerra Civil española, cerraría con la Segunda Guerra Mundial y la presencia simultánea de Mussolini, Hitler, Franco y Stalin en el escenario internacional. De aquellos barros, estos lodos.

El autor es periodista y escritor. Ha publicado Los pasajeros del Weser, Crisis Now y Hasta el alba con Ulyses Petit de Murat, entre otros.

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  1. horacio bottino on 7 noviembre, 2016

    primeras villas miserias aumento de desocupación aumento de enfermedades infecciosas paludismo tuberculosis,dictadura oligárquica colonial de Gran Bretaña Pacto roca rncimann peculado en chade frigoríficos emp de transportes colectivos y trenes en manos de los Imperios británicos y norteamericanos,tangos de discépolo yira yira cambalache suicidios de l de la torre leop lugones alfonsina storni robo(por coima) del ministro Pinedo,silbatinas al presidente Justo

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