A partir de su experiencia como responsable de la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina y de la Comisión Episcopal de Comunicación Social, analiza la relación de la Iglesia y la comunicación tras el arresto del ex funcionario José López en un monasterio en Gral. Rodríguez.

No basta con un click. La expresión indica que no es suficiente con poner cosas en internet o “estar en los medios”. El tema es cómo lo hacemos. La cuestión de fondo es por qué, para qué y con quiénes los cristianos nos comunicamos a través de los medios. Hay muchas respuestas a estas preguntas y de hecho es fácil observar una notable diversidad en las formas de utilizar desde la Iglesia las actuales tecnologías de comunicación.
Es difícil escribir sobre el tema “Iglesia y comunicación”. Ya se ha escrito y dicho tanto que agregar algo más es aventurarse en un terreno en el que fácilmente se cae en frases hechas y aburridas reiteraciones. Por otra parte, a pesar de tantas publicaciones que giran sobre las mismas cuestiones, al observar las formas que adquiere la comunicación entre la Iglesia y la sociedad a través de los medios, da la impresión de que aún no hemos aprendido casi nada y que es urgente profundizar en la cuestión.
Después de unos veinte años ocupándome del tema de la comunicación en la Iglesia en la Argentina, empecé a escribir lo que finalmente se llamó No basta con un click, libro impulsado por dos sensaciones diferentes y de algún modo contrapuestas. Por una parte tenía necesidad de poner por escrito esa experiencia, de tanta riqueza, que había vivido en la Conferencia Episcopal Argentina; y por otra, me impulsaba también la enorme insatisfacción que me producía –y me produce– casi toda la literatura que existe sobre el tema. He leído mucho, creo que casi todo, y he participado en incontables encuentros nacionales e internacionales. Con mucho respeto, y con sinceridad, debo decir que muy poco de todo ese inmenso material me fue verdaderamente útil a la hora de trabajar en la oficina de prensa o en la comisión de comunicación. La realidad del día a día siempre superó todas las teorías.
Me propuse escribir algo que no fuera teórico sino que se apoyara en la realidad de la experiencia e intenté, desde esa experiencia, mirar hacia las teorías. Lo hice de esta manera, en primer lugar, porque no soy un teórico de la comunicación, no estudié periodismo ni comunicación social; llegué al mundo de la comunicación eclesial por otro camino: mi actividad como sacerdote y mi vocación periodística, que es anterior en el tiempo a mi vocación sacerdotal, me llevaron naturalmente a los medios y allí fui desplegando parte de mi ministerio. Pero, en segundo lugar, porque considero que si los académicos juzgan nuestro trabajo y nos dan tantos consejos a quienes trabajamos en los medios, quizás fuera bueno hacer el camino en la dirección inversa y desde la práctica opinar sobre las teorías.

 

Influyó mucho en el libro la aparición en escena del papa Francisco. Repentinamente un analfabeto en teorías de la comunicación se convirtió en un comunicador deslumbrante que le cambió el rostro a la Iglesia. Es decir, que logró lo que los teóricos dicen que hay que hacer, pero sin tomar como punto de partida esas teorías sino apoyado solamente en su experiencia pastoral y en la conmovedora sencillez de los Evangelios. Esto me sirvió de punto de partida para analizar desde mi experiencia la problemática del binomio Iglesia-comunicación.

clickLa clave del libro se puede encontrar en una afirmación del Papa: “Sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia. El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador”. El comunicador eclesial se pone en juego a sí mismo en la medida en la que expresa su fe y sus convicciones con idoneidad profesional, comprometido con la vida de las personas y especialmente con los que más sufren. No hay manera de ser un punto de referencia cristiano desde proyectos ideológicos, o estrategias pastorales, centrados en las necesidades de la institución y no en las personas de nuestro tiempo y sus problemáticas.

Un ejemplo actual y doloroso
Si un delincuente es descubierto con nueve millones de dólares ocultándose en una casa religiosa, la respuesta evangélica debería ser, ese mismo día, explicar quiénes son esas religiosas, qué es esa casa y qué va a hacerse para aclarar el asunto. El tema no es cómo rescatar la imagen de la Iglesia en una situación de crisis sino cómo explicar lo ocurrido. Lo que las personas necesitan es esa explicación. Si, por el contrario, se hacen declaraciones abstractas sobre la corrupción y el significado de lo que es una “asociación privada de fieles”, (terminología incomprensible para las personas que no conocen el funcionamiento de las instituciones religiosas) entonces lo que queda por el suelo es “la imagen de la Iglesia”.
Las primeras comunidades cristianas no estaban preocupadas por su imagen; detallaron sus conflictos internos y algunas escandalosas debilidades de los apóstoles. ¿Por qué? ¿Porque no tenían buenos “asesores de imagen”? No. Porque sus debilidades formaban parte del anuncio. Esos hombres frágiles y pecadores querían decir que eran portadores de la Buena Noticia aún siendo así de limitados. El Evangelio que anunciaban no era para los perfectos ni para los sanos sino para los enfermos. Dos mil años después es evidente que Francisco no está preocupado por “su imagen”; por el contrario, la pone en juego a cada paso. Es justamente por eso que se convierte en “punto de referencia”.
No basta con un click quiere ser un aporte para mirar la manera en la que nos comunicamos desde la experiencia y desde el Evangelio. Es una invitación a abandonar la preocupación por la imagen de la Iglesia, la de sus instituciones, o la de nosotros mismos, para ocuparnos de lo único que importa y de lo que es urgente: el anuncio del Reino en este tiempo concreto y en la actual situación cultural, anuncio hecho siempre por hombres y mujeres frágiles, muy frágiles, “vasijas de barro”.

El autor es director de Vida Nueva (Cono Sur) y autor del libro No basta con un click

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