Un diálogo para compartir

Gobierno-existencia-prostitucion-Cuba-EFE_CYMIMA20160309_0001_15Hace cuatro años, mientras aguardaba la llegada de un taxi que me llevaría al aeropuerto de La Habana, mantuve con el portero del hotel donde me había alojado una conversación que resumía, a mi juicio de modo breve y categórico, algunos rasgos del régimen que gobierna ese país desde hace casi seis décadas.
El portero, cuyo nombre conozco pero no voy a divulgar para evitarle consecuencias indeseadas, es alto y de piel negra, sin medias tintas, negro azabache. Su altura, recuerdo, estaba en escala con las dimensiones de las puertas del viejo edificio.
Hubo detalles de los que, como arquitecto, tomé nota: cada una de las dos hojas tenía siete bisagras de gran tamaño con diez tornillos por ala. Esto se justificaba al observar esas puertas imponentes, de alrededor de 5 metros de altura y un espesor, de madera maciza, de 10 a 12 centímetros. Era el portal que controlaba mi interlocutor en el último diálogo en la isla antes de partir de regreso.
Todo comenzó con la única pregunta que pronuncié en todo el tiempo: ¿Y? ¿Cómo van las cosas?
“Pues, la pirámide está al revés”. Esta frase, dicha con esa música tan particular que traza en el aire el habla cubana, iniciaba un discurso que trataré de reproducir: “Mira, mi padre es médico, es cirujano desde hace más de 30 años, y gana 22 pesos (dólares) por mes. Mi madre es pediatra y gana 20 dólares por mes. Mis dos hermanos son odontólogos. Pero yo, que no soy profesional y soy el más joven, resulto ser el sostén de la familia. Ten en cuenta que un litro de aceite cuesta dos pesos y mi padre no puede usar su auto, modelo 1956, porque no le alcanza el dinero para cargar nafta. Hablando de carros, los nuevos son del Estado, y los viejos, que son la mayoría, son de particulares. Yo pude comprar el refrigerador para la casa, ya que la vieja nevera andaba pocas horas del día”, dijo.
Cuando el padre le aconsejó que siguiera una carrera, la respuesta fue: “¿Pa’qué? ¿Para sufrir las privaciones que la familia padece durante decenios? ¿Para vivir en una casa que se deteriora año a año, con dificultades para vestirse y alimentarse? Recuerda que yo fui el que cambió el televisor por uno actual para reemplazar el viejo, que funcionaba muy mal. Que hice pintar la casa, que estaba en un estado lamentable”.
El padre tuvo que aceptar la respuesta y después lo comentó en la sede del Partido como un síntoma preocupante.
Por fortuna el taxi tardaba en llegar y el portero me dijo, como para rematar su alegato, señalando un edificio ubicado en la cuadra contigua: “¿Ves ese hotel? Pues el ingeniero que instaló los ascensores trabaja ahora como barman en el bar del subsuelo. Gana mucho más que como ingeniero y decidió cambiar de oficio. Por eso te dije al comienzo que la pirámide está al revés”.
En el trayecto al aeropuerto, con las vistas fascinantes de la costa en el atardecer, pensaba yo en la patética historia que acababa de escuchar. Y de la paradoja que presenta un país que, mientras se ufana del progreso alcanzado por la educación, termina con estos lamentables retrocesos.
Por ejemplo, un par de días antes, mientras regresaba al hotel desde el malecón cuando caía la tarde, dos muchachitas que tendrían menos de 20 años me hicieron señas para que me sentara en el banco que ocupaban. Cuando, apenas iniciada la conversación, una de ellas me invitó a ir a su casa, le pregunté si se permitía que menores de edad practicaran la prostitución. Con una sonrisa, me contestaron casi a dúo: “En Cuba todas las mujeres son putas”. Una afirmación por cierto muy dura, injusta y esquemática, pero que en mi mente evocaba aquella sentencia de Castro: “Cuba no será nunca más el burdel de los Estados Unidos”.
Como pude verlo in situ, los resultados, ciertamente, no se asimilan con los axiomas revolucionarios. Es penoso, pero es así.

1 Readers Commented

Join discussion
  1. PAOK on 31 mayo, 2018

    Bolches yarboclos, Batman!!!

    La gente no aprende y sigues con sus tonteras bolivarianas.

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?