Tapa_hnita_magdaleine_nvaNuestro País, Nuestra Iglesia: Nuestro Tiempo. Crónicas de un pastor
de Jorge Casaretto
Buenos Aires. Editorial Claretiana, 2016

 

 

 

Monseñor Jorge Casaretto nació en Buenos Aires, más precisamente en Caballito, dato este último no menor para comprender sus profundas raíces porteñas, que son configuradoras de su personalidad. Ex-alumno del Nacional de Buenos Aires (“El Colegio”, como lo llama), estudió Ingeniería en la UBA por algunos años antes de entrar en el seminario. Ordenado sacerdote en San Isidro, ejerce allí su ministerio durante 13 años, hasta que le llega el episcopado en 1977. Su primer destino es la diócesis de Rafaela, en la provincia de Santa Fe, para volver a San Isidro como Obispo Coadjutor en 1983. Asume como titular de la diócesis a la muerte de monseñor Antonio María Aguirre, y permanece allí hasta su jubilación en 2011. Su condición actual de emérito no significa inactividad para este pastor, por el contrario, en este tiempo ha desarrollado y sigue desarrollando una intensa agenda, acompañando una comunidad en Tigre y participando comprometidamente de la comisión episcopal de pastoral social.

Si uno mira el índice, podría pensar que éste es un libro de memorias, como otros, como tantos. En algún sentido lo es, pero con una particularidad significativa: no son memorias personales solamente, sino que son recuerdos colectivos, sociales, eclesiales, nacionales. Como el mismo autor lo dice: “Creo que mucho más que unas memorias personales, en este libro van a encontrar unas memorias eclesiales” (pág. 10).
Casaretto recorre su vida como ser situado en una Argentina y en una Iglesia que han vivido cambios profundos en las décadas que al Obispo le tocó protagonizar. Más que cambios, transformaciones. Recuerda su vida de ese modo, no teniendo los acontecimientos sociales, políticos, culturales y eclesiales como telón de fondo de su historia, sino más bien lo contrario: contando los hechos, poniéndolos en primer plano y narrando su versión personal, no sólo con una interpretación teórica, sino existencial. Es decir, cómo los vivió él. Este estilo testimonial da al libro agilidad y frescura, porque no deja de ser un relato en primera persona, que nos hace ver la historia reciente de la Argentina y de la Iglesia de la Argentina a través de sus ojos.

Después de explicar cómo se le ocurrió la idea de este libro y de una nota sobre el origen del Papa argentino, Casaretto relata su infancia y adolescencia porteñas con coloridos detalles que recuerdan nuestras propias niñeces y juventudes: juegos, costumbres, maestros, figuras, ideas, gobiernos… todo sazonado con dos pasiones del obispo Jorge: el fútbol y el tango. No puede ser más típicamente argentino.

Lo que sigue se va adensando de contenido existencial, tanto por lo personal-vocacional, como por lo político y social. El descubrimiento de la vocación sacerdotal y su maduración corren paralelos a difíciles momentos nacionales.

No es menos ajetreado el comienzo de su ministerio sacerdotal; de esa parte del libro conmueven especialmente dos capítulos: el 14, que incluye la carta de dos jóvenes a sus familias, contándoles los motivos de sus opciones de compromiso con los pobres; y el 15, con relatos en torno a la dictadura.
En la etapa de ministerio episcopal, se ve el talante pastoral y misionero de Casaretto, que tiene un ADN profundamente sacerdotal; en este sentido es acertado el subtítulo “Crónicas de un pastor”. Es además una persona optimista y entusiasta por naturaleza, por eso estas páginas encienden el deseo misionero y contagian la fe del autor. Como transversal está el devenir de la Conferencia Episcopal, con su participación en la realidad nacional.

El último tramo del texto traza el panorama de la Iglesia actual y algunas perspectivas de futuro.
Aunque se narran asuntos serios de orden personal y social, el estilo no es solemne y en más de una ocasión nos encontraremos sonriendo mientras leemos. Creo que es un libro para disfrutar, para pensar y dialogar con el autor y entre nosotros, ya que todos o parte de los hechos que se narran en el texto, los hemos vivido y guardamos nuestras propias impresiones y memorias acerca de los mismos. En muchos momentos se estará en acuerdo o en desacuerdo con Casaretto, pero seguramente hará reflexionar con gusto sobre la historia eclesial y argentina recientes.

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