La Conferencia Episcopal Argentina, mediante el documento “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”, celebra los 200 años del proceso independentista de 1810-1816. Es posible acceder al documento completo aquí: El Bicentenario de la Independencia
Amigos,
Cuando el CEA dice: “Los Obispos deseamos compartir los sentimientos del pueblo argentino”, debe entenderse que hay un “pueblo argentino” con sus sentimientos, y un CEA que los comparte. Queda clarísimo, desde la propia Introducción del escrito, que hay dos entidades: el CEA por un lado, y “el pueblo argentino” por el otro. Ésta aclaración es relevante, a la luz de los conceptos vertidos en éste artículo. Porque devela el gravísimo conflicto de identidad de los obispos del CEA.
Los obispos del CEA reconocen que hay muchos (ciudadanos) que consideran inexistente la categoría de pueblo y tienen un prejuicio con todo lo que sea cultura popular. Y propone el CEA, a modo de ayuda, distinguir una diferencia entre “pueblo” y “multitud”.
Si nos desconocemos el uno al otro, es muy correcto pensar que somos solo “multitud”. Aunque, para no ser multitud, es necesario también conocerse a uno mismo. ¿Qué somos? Somos pueblo, o no. ¿Qué es el CEA? Es pueblo, o no. Y si el CEA no es pueblo, ¿Qué es?
El CEA tiene dificultad de identificarse como parte del “pueblo”, porque la vida es lucha. Y el CEA lucha a su manera por sobrevivir a los avatares de la vida de nuestra querida patria.
La vida del hombre, y del CEA, es lucha por sobrevivir. Es una lucha penosa y humana, pretendiendo evolucionar a una vida más plena. Pero, debido a nuestra condición humana (de la que el CEA no escapa), se generan antagonismos y desequilibrios sociales causales de dispersión social y profundo individualismo. La vida se hace muy contradictoria; se lucha por más libertad pero esclaviza. Se es humano en una sociedad deshumanizante. Y se es malo o bueno, se es ordinario o “educado”, se es mediocre o superior, se es débil o poderoso; en definitiva, se es elite o no. Y si no se es elite, entonces somos “pueblo” que pretende una vida mas justa y solidaria.
La vida del “pueblo” suele ser manipulada por las elites de poder económico y político, que operan como fuerza de dominación y deshumanización. Y aquí es donde surge la necesidad de un mensaje claro de esperanzas, de tolerancia y de transformación. Surge el mensaje de que somos todos, elitistas o no, miembros de la misma sociedad que nos define una identidad común que nos vincula.
Y yo les pregunto a los señores obispos del CEA: ¿Ustedes que son? Son pueblo, o son elite.
Amigos,
Después de 200 años de «la hora de la patria», seguimos hablando de encuentro fraterno, pero no somos capaces de decir orgullosamente que somos «pueblo argentino». Lo de grande o no, no importa.
Es el orgullo de ser lo que importa. Y es nuestra responsabilidad, individual y colectiva, cultivarlo.
Que yo sepa, los obispos del CEA no son romanos, son argentinos.
Quizás, el CEA es temeroso de definirse como parte del «pueblo argentino», porque corre riesgo de ser descalificada como «populista»; como al papa Francisco, Y eso es, cuanto menos inconveniente, según los tiempos que vivimos.
Un querido amigo me advierte que el Jueves 2 de Junio, en ocasión de la movilización pacífica de las dos CTA a la Plaza de Mayo, la catedral metropolitana de Buenos Aires estaba completamente vallada y con policías armados.
Yo diría que estas vallas, de desproporcionadas dimensiones, son toda una definición, …»pueblo argentino» no quiere ser.
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Cuando el CEA dice: “Los Obispos deseamos compartir los sentimientos del pueblo argentino”, debe entenderse que hay un “pueblo argentino” con sus sentimientos, y un CEA que los comparte. Queda clarísimo, desde la propia Introducción del escrito, que hay dos entidades: el CEA por un lado, y “el pueblo argentino” por el otro. Ésta aclaración es relevante, a la luz de los conceptos vertidos en éste artículo. Porque devela el gravísimo conflicto de identidad de los obispos del CEA.
Los obispos del CEA reconocen que hay muchos (ciudadanos) que consideran inexistente la categoría de pueblo y tienen un prejuicio con todo lo que sea cultura popular. Y propone el CEA, a modo de ayuda, distinguir una diferencia entre “pueblo” y “multitud”.
Si nos desconocemos el uno al otro, es muy correcto pensar que somos solo “multitud”. Aunque, para no ser multitud, es necesario también conocerse a uno mismo. ¿Qué somos? Somos pueblo, o no. ¿Qué es el CEA? Es pueblo, o no. Y si el CEA no es pueblo, ¿Qué es?
El CEA tiene dificultad de identificarse como parte del “pueblo”, porque la vida es lucha. Y el CEA lucha a su manera por sobrevivir a los avatares de la vida de nuestra querida patria.
La vida del hombre, y del CEA, es lucha por sobrevivir. Es una lucha penosa y humana, pretendiendo evolucionar a una vida más plena. Pero, debido a nuestra condición humana (de la que el CEA no escapa), se generan antagonismos y desequilibrios sociales causales de dispersión social y profundo individualismo. La vida se hace muy contradictoria; se lucha por más libertad pero esclaviza. Se es humano en una sociedad deshumanizante. Y se es malo o bueno, se es ordinario o “educado”, se es mediocre o superior, se es débil o poderoso; en definitiva, se es elite o no. Y si no se es elite, entonces somos “pueblo” que pretende una vida mas justa y solidaria.
La vida del “pueblo” suele ser manipulada por las elites de poder económico y político, que operan como fuerza de dominación y deshumanización. Y aquí es donde surge la necesidad de un mensaje claro de esperanzas, de tolerancia y de transformación. Surge el mensaje de que somos todos, elitistas o no, miembros de la misma sociedad que nos define una identidad común que nos vincula.
Y yo les pregunto a los señores obispos del CEA: ¿Ustedes que son? Son pueblo, o son elite.
Amigos,
Después de 200 años de «la hora de la patria», seguimos hablando de encuentro fraterno, pero no somos capaces de decir orgullosamente que somos «pueblo argentino». Lo de grande o no, no importa.
Es el orgullo de ser lo que importa. Y es nuestra responsabilidad, individual y colectiva, cultivarlo.
Que yo sepa, los obispos del CEA no son romanos, son argentinos.
Quizás, el CEA es temeroso de definirse como parte del «pueblo argentino», porque corre riesgo de ser descalificada como «populista»; como al papa Francisco, Y eso es, cuanto menos inconveniente, según los tiempos que vivimos.
Un querido amigo me advierte que el Jueves 2 de Junio, en ocasión de la movilización pacífica de las dos CTA a la Plaza de Mayo, la catedral metropolitana de Buenos Aires estaba completamente vallada y con policías armados.
Yo diría que estas vallas, de desproporcionadas dimensiones, son toda una definición, …»pueblo argentino» no quiere ser.
Falto el arrepentimiento de esta CEA de la CEA de 1976-83 por su complicidad con la peor tiranía de nuestra historia.