Para el filósofo español –maestro de María Zambrano y de Ignacio Ellacuría, entre otros–, Dios no puede ser nunca objeto del hombre, sino en todo caso fundamento.
Frente a la Geworfenheit heideggeriana (el estar arrojado) el filósofo español Xavier Zubiri cree posible afirmar la constitutiva “religación” del hombre a la realidad.
Comienza con la aprehensión humana, acto elemental de la inteligencia. Sin aprehensión no habría actos siguientes, pero sin actos siguientes no podríamos saber lo que son las cosas más allá de esa aprehensión, es decir, en la realidad del mundo.
La religación es un hecho real dado en aprehensión. Pero ella no agota ni de lejos el problema de Dios; sólo lo plantea, lo mismo que la aprehensión de la luz plantea el problema de la física de los colores. La religación nos lanza más allá de la aprehensión, en busca de lo que sea el “fundamento” del poder de lo real. Esa búsqueda ha de ser racional, obra de un tipo de razón, la razón teológica.
En cualquier caso, en todos los casos, el método de la razón es siempre el mismo, y consta, según Zubiri, de cuatro pasos, que denomina “sistema de referencia”, “esbozo”, “experiencia” y “verificación”.
En el tema de Dios esos cuatros pasos van a consistir, concretamente, en “voluntad de verdad”, en el “esbozo de una realidad absolutamente absoluta”, en la “experiencia de Dios” y en la “fe de Dios”. Lo analizaremos sucesivamente.
El sistema de referencia de la marcha racional del hombre a Dios es, obviamente, todo lo dado en la aprehensión, es decir, el poder de lo real, la religación. Pero además de esto, la marcha en busca del fundamento exige como requisito previo lo que Zubiri llama, con expresión que procede de Nietzsche, “voluntad de verdad”.
Dios, en el caso de que posea existencia, no es una idea, sino la realidad-fundamento. La voluntad de ideas ha llevado a la filosofía a “entificar” la realidad divina (convirtiéndola en un “objeto”) y a “logificar” su conocimiento (haciendo de su acceso intelectual una “prueba” lógica). Por el contrario, la voluntad de verdad no busca un “objeto”, sino el “fundamento” de la religación, es decir, el poder de lo real.
A esto es lo que Zubiri llama “deidad”. Dios, de existir, es la realidad-fundamento, y por tanto algo que no sólo se “esboza” con la mente, sino que también se “experimenta”.
El momento del esbozo tiene que ver con la inteligencia, con la verdad; el de experiencia, con la voluntad. Sólo la auténtica voluntad de verdad es verdadera voluntad de fundamentalidad, sin la cual es imposible la marcha racional hacia Dios.
Tomados de la mano de ese sistema de referencia, la razón tiene que esbozar la realidad divina. El esbozo ha de ser siempre una construcción racional y lógica. Así se han intentado construir siempre las llamadas “pruebas de la existencia de Dios”. Zubiri las somete a dura crítica. En su opinión, el esbozo racional sobre Dios debe partir de la necesidad de fundamentar la realidad mundana, y sobre todo la realidad humana. Esta última realidad tiene, debido a su inteligencia, un carácter “trascendental” o “absoluto”; el hombre está ab-suelto o desligado de toda otra realidad. Ahora bien, a la vez está religado a ella. Esto lo lleva a formular una célebre expresión zubiriana: el hombre es un “absoluto relativo”.
En efecto, el esbozo racional sobre Dios debe partir de la necesidad de fundamentar la realidad relativamente absoluta del hombre, en una realidad absolutamente absoluta, es decir, en un absoluto de realidad. Esta realidad habrá de ser persona absoluta, y fundamento de todas las cosas reales. Tal es el esbozo racional sobre Dios.
Pero el esbozo solo, no es suficiente. En el tema de Dios el esbozo tiene que ir seguido de la experiencia. Pensemos, por ejemplo, en cómo actúa la razón científica. Las hipótesis científicas son esbozos que es preciso comprobar en la experiencia. Zubiri define la experiencia como “probación física de realidad”, de modo que es ésta, la realidad, la que en la experiencia “aprueba” o “reprueba” el esbozo. La experiencia es, pues, una “prueba”, que tiene distinto carácter según el tipo de realidad esbozada. Por eso Zubiri distingue cuatro tipos de experiencia, que denomina, respectivamente, “experimento” (la prueba propia de las realidades físicas), “comprobación” (la prueba propia de las realidades matemáticas), “compenetración” (o experiencia interpersonal) y “conformación” (o experiencia de la propia vida). Es obvio que la experiencia de Dios no puede consistir ni en experimento ni en comprobación, sino en compenetración.
La experiencia de la compenetración
Para que pueda darse la compenetración es preciso que estén presentes dos personas. Y si nos planteamos el problema de si Dios “se hace presente” en el mundo, nuestro autor dirá que sí, y que esa “presencia” es la que antes denominó “religación”, “poder de lo real” y “deidad”. Por eso lo que hace el momento de experiencia es reactualizar la presencia aprehensiva del poder de lo real. Ahora, tras el esbozo, aquel poder de lo real aparece como experiencia de un Dios personal en el mundo. De hecho, ahora el mundo aparece como una “donación personal” de Dios.
Así las cosas, el filósofo continúa su análisis y va ahora por el hombre. El fundamento nos arrastra; si ello no ocurriera, pues no podríamos acceder a él. Por otra parte, ese arrastre, que en el fondo es la presencia de Dios en las cosas, exige de nosotros una “entrega”, como respuesta voluntaria al arrastre. De donde se deduce que la compenetración propia de la experiencia de Dios es la compenetración entre la presencia de Dios como arrastre y la donación del hombre como entrega.
“El sujeto formal de la religación es la naturaleza personalizada. Estamos religados primariamente, no en cuanto dotados naturalmente de ciertas propiedades, sino en cuanto subsistentes personalmente. Por esto, mejor que de religión natural, hablaríamos de religión personal”, escribió Zubiri en Naturaleza, historia, Dios (Editora Nacional, Madrid, 1978). Luego la fe personal verifica esa instancia.
Palabras finales
Si algo queda lejos del pensamiento zubiriano es pensar que Dios sea una idea o un motor inmóvil. Dios es el ser que se acata, al que suplica y en quien se refugia el hombre; es decir, un ser con el que se compenetra y al que puede orar. Si el esbozo ha correspondido siempre a lo que Pascal llamaba “el Dios de los filósofos”, el momento de experiencia tiene que ver con “el Dios de las religiones”.
Zubiri es un pensador con peso propio, un metafísico de hondura, un buscador del ser, un hombre al que le es ajena la mera repetición. Despojado de convencionalismos de época, el filósofo crea conceptos para explicar la rica complejidad de lo real. Logra así tematizar la ontología, y para nuestro interés, la cuestión de Dios que se compenetra en la íntima realidad de la condición humana.
El autor es Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo
2 Readers Commented
Join discussionMe encantaria pero soy muy tonto para entender tan profundos conceptos, gracias por vuestro afan de sacarnos del arroyo pantanoso de la ignorancia. Me seguiré esforzando.
Camina sendas abiertas,
y no pierdas detalle.
El fundamento esta presente en todo objeto.
En el abrir de la mirada,
la respuesta.