
A su paso por Buenos Aires, la intelectual francesa Luce Girad, la mayor especialista en la obra de Michel de Certeau, en ocasión de presentar el libro El Extranjero o la unión en la diferencia en Buenos Aires, conversó con CRITERIO. La obra en cuestión es reseñada en esta misma entrega en las páginas de comentarios bibliográficos.
-¿Cuál es el aporte, la contribución más original de Michel de Certeau?
-El esfuerzo de pensar la fe cristiana en la modernidad y sin temor.
-¿Cuáles fueron a su parecer los puntos fundamentales de su pensamiento?
-La conjunción en un trabajo erudito y muy preciso de la tradición de la espiritualidad jesuítica y de los místicos, con un gran interés por la producción de las ciencias sociales en su tiempo. Y además, la novedad de los métodos que las ciencias sociales podían crear.
-Recuerdo que Jean-Yves Calvez explicaba que había sido una mente muy novedosa, ¿es así?
-Sí. Michel de Certeau tenía la capacidad de relacionar el amor y el conocimiento de la tradición con un gran interés por el futuro y los nuevos modos de pensar y entender. Estuvo al mismo tiempo muy interesado en el conocimiento, la inteligibilidad de las ideas y la vida cotidiana de la gente común.
-¿Cómo lo conoció usted?
-En el año 1970-71, después de que publicara su libro La posesión de Loudun. Al principio ambos, Michel de Certeau y yo, cada uno por su lado, estuvimos interesados en producir una edición de textos de un amigo, un viejo clérigo, un padre pasionista, Stanislas Paul Breton, que fue un filósofo que enseñó en Roma, en Lyon, y en la Universidad Católica de París. Michel de Certeau publicó un libro del padre Breton sobre la noción del principio en la metafísica, Du Principe: l’organisation contemporaine de pensable; y yo publiqué una colección de ensayos de Breton sobre la cuestión de la fe y la lógica, La Foi et raison logique. En ese tiempo yo investigaba cuestiones de lógica matemática. Toda mi carrera profesional como investigadora fue en ese campo, así como en la historia de las ciencias.
-¿Su formación comenzó en el área científica?
-Sí, en Matemáticas y con una especialización en lógica matemática. Después estudié lingüística, filosofía y finalmente mi especialización fue en historia de las ciencias en el siglo XX y en el Renacimiento.
-¿Qué fue lo primero que le impresionó de Michel de Certeau?
-Que era un hombre que vivía con plena libertad intelectual y que prestaba mucha atención a cada persona que encontraba: un importante académico, un joven estudiante, el barrendero de la calle… a todos con la misma atención, el mismo estilo de relación. Todos eran iguales para Certeau. Ese estilo de vida era muy impresionante porque lo hacía de una manera natural, no había esfuerzo ni pose. Fue muy discreto y reservado, y al mismo tiempo le hacía sentir su amor a cada uno.
-¿Usted se define creyente?
-Yo no pertenecía a una familia cristiana. Fue una decisión de cuando era estudiante, y no influenciada por alguna persona, sino solamente por la lectura del Evangelio. Yo estudiaba en la Sorbonne. Entendí que el Evangelio ofrece un objetivo de vida, con sus riesgos.
-Desde el punto de vista de la fe, ¿cómo se presentaba Michel de Certeau a sus ojos?
-Cuando lo conocí, era ya un jesuita famoso en Francia, había escrito numerosos libros de historia, de las fuentes de la Compañía de Jesús, sobre Pedro Fabro, sobre J. J. Surin, un místico contemporáneo de Descartes. Y al mismo tiempo, fue el autor de un pequeño libro muy famoso en Francia sobre los eventos de Mayo del ’68. Fue un jesuita, un historiador, un creyente y un hombre muy interesado en la sociedad contemporánea.
-¿Quiénes fueron los pensadores y filósofos que más le interesaban en su momento en Francia?
-Merleau-Ponty, Lévinas… Pero Michel de Certeau nunca se encerraba en un autor; fue un viajero en la vida intelectual.
-¿Siempre fue así?
-Toda la vida experimentó el deseo de viajar en medio de la humanidad y del pasado al presente y al futuro.
-¿Se sentía un hijo de san Ignacio?
-Decidió ingresar a la Compañía de Jesús porque en Ignacio encontraba la conjunción de la contemplación y de la acción. Y el acento sobre la actividad intelectual.
-¿Usted piensa que Michel de Certeau hubiera entendido a este nuevo Papa y a la Iglesia de hoy?
-Sí, y muy bien. Porque Francisco actúa sin miedo ante la vida contemporánea y actúa con mucho interés y respeto por los pobres, la gente común.
-¿Cuál es el elemento, la cuestión más importante del libro El extranjero que usted vino a presentar?
-La unión en la diferencia, de lo que se deduce la idea de que el cristianismo es solamente una particularidad en la historia de la humanidad. Y de que cada cristiano tiene que aceptar la particularidad de su situación en la fe, en la historia, en la sociedad, y aceptar la presencia de los otros que son diferentes.
-¿Cuál era su principal fuente teológica?
-La noción de que la tradición puede vivir si es reinterpretada en un nuevo estilo: la tradición tiene que ser herida para seguir en la vida.
-¿Cuáles eran los autores literarios que más le interesaban?
-Los místicos del Siglo de Oro español: Juan de la Cruz y Teresa de Ávila; y los jesuitas franceses místicos del siglo XVII.
-¿Le interesaba también la literatura contemporánea?
-Sí, pero su trabajo no le dejaba mucho tiempo. Leía novelas de autores latinoamericanos con mucho interés. Admiraba a Jorge Luis Borges y a Pablo Neruda, por ejemplo.
-A su muerte, la misa final, fue muy impresionante en París.
-Fue un gran acontecimiento. Había un millar de personas en la iglesia de los jesuitas. Todos habían sido amigos, lectores de sus textos, admiradores de su pensamiento. Su estilo de vida personal también era muy atractivo. Incluso mucha de la gente que iba a su misa no era cristiana.
-¿Cree que fue comprendido por la Iglesia en su tiempo?
-Más o menos. Hoy, mucho más. Pero en sus últimos años, yo le decía que después de su muerte, la influencia de su obra iba a crecer y crecer en la Iglesia y en la Compañía de Jesús, que lo iban a respetar y a hablar de él. Certeau no me tomaba en serio. Pero fue así.
-¿Quiénes fueron las personalidades de la Iglesia que más lo entendieron?
-El cardenal Carlo María Martini, y también algunos jesuitas en Francia, Alemania y los Estados Unidos.
-¿Qué decía del Concilio Vaticano II?
-Michel de Certeau esperaba mucho más del Concilio. Fue la posición de los hombres de su generación. Pero entendió rápidamente que las personas mayores tenían miedo porque pensaban que las transformaciones demasiado importantes generaban un riesgo para el futuro de la Iglesia.
-¿Cuáles eran sus simpatías políticas?
-Con la izquierda no marxista.
-¿Y su sensibilidad artística?
-Tenía mucho interés en la pintura, el cine y las artes visuales. De niño, a los diez años, su madre lo llevó de Saboya a París para visitar una exposición de esculturas de Rodin. Él la recordaba como una experiencia magnífica.
-¿Cómo era su carácter?
-Alegre, con mucha estabilidad, calmo, optimista. Y trabajando todo el tiempo. De día y de noche.
-¿Cómo interpretó el Mayo francés del ’68?
-Como una revolución simbólica que marcó el deseo de la gente común de transformar la vida social y de tener el poder de hablar en la sociedad. Escribió un pequeño libro en las semanas posteriores que fue publicado en octubre de 1968, Tomar la palabra. Allí decía que la gente común tomó la palabra en las calles de París como en julio de 1789, la Bastilla.
-¿Hablaba varios idiomas?
-Como joven jesuita, su primer idioma fue el alemán. Su madre había estudiado historia del arte durante un año en Roma, de manera que le enseñó el italiano leyéndole a Dante. Después aprendió el castellano y el inglés. Estaba interesado también la tradición de la espiritualidad de la Iglesia ortodoxa, los místicos; estudió ruso para leer los textos originales.
-¿Viajaba mucho?
-Sí, porque lo invitaban a dar cursos en las universidades jesuitas de los Estados Unidos. También estuvo en América del Sur, donde enseñó en seminarios en Brasil, Chile, la Argentina y Venezuela. Tenía especial interés y amor por Brasil, y decía que había encontrado inteligencias más útiles y al mismo tiempo mucha energía en la gente para transformar la sociedad.
-¿Hay una escuela de pensamiento y espiritualidad que hoy siga a Michel de Certeau?
-No una escuela organizada, pero hay jóvenes académicos en diferentes partes del mundo inspirados por sus libros que escriben sobre su pensamiento o producen los propios con la ayuda de Michel de Certeau. Para celebrar el aniversario de los 30 años de su muerte, en marzo de 2016, estoy organizando un Coloquio Internacional en París con la ayuda de la Compañía de Jesús, e invité a 50 oradores de diferentes partes del mundo que nacieron después de los años 60, la generación del futuro. Estoy construyendo un sitio web en tres lenguas (francés, inglés y castellano) que no sólo anuncia el evento sino como un instrumento de trabajo para profundizar el pensamiento de Michel de Certeau.
-Si tuviera que definir el carácter profesional de Michel de Certeau, ¿cómo lo haría?
-Como un historiador, un viajero por el océano de la humanidad y de la literatura mística.