A partir del testimonio que un ciudadano libanés nos hiciera llegar a CRITERIO, nos ha parecido oportuno referirnos a un drama que muchos prefieren no ver, afectados por la “globalización de la indiferencia” a la que se ha referido Francisco. A este testimonio bien podría sumarse el de los repetidos casos de cruenta persecución del que son objeto numerosos hermanos cristianos en el Medio Oriente. Como bien describió Samir Nassar, arzobispo maronita de Damasco: “Vivimos bajo bombardeos indiscriminados, una especie de ruleta rusa que siempre es impredecible. A los que murieron, los sobrevivientes les dicen: ‘Ya no tendrán que ver y vivir esta cruel tragedia sin fin. No van a ver a sus hijos, sus amigos y sus vecinos sufrir y morir en la violencia ciega y el asesinato fanático, sin poder salvarlos o ayudarlos y sin entender por qué’”.
Entre el Mediterráneo y el Golfo Pérsico viven unos 200 millones de árabes, entre los cuales los cristianos son menos de 12 millones. Para el año 2020 es probable que sean sólo ocho millones. ¿Por qué? Porque están huyendo de todo Medio Oriente. En Turquía constituían una población de tres millones en 1900, y hoy en día sólo quedan algunos miles. En Siria sumaban un tercio de la población, y actualmente representan menos del 8%. Más del 70% de los cristianos iraquíes han dejado su país; sólo quedan allí unos 300 mil. En Palestina, antes de la creación del Estado de Israel, los cristianos representaban el 30% de la población; hoy no superan el 3%: en Belén, pasaron de representar el 85% del total al 12%, mientras que en Jerusalén el porcentaje bajó del 53% al 2%.
La guerra es cruel con todos. Decenas de miles de refugiados huyen sabiendo que no serán bienvenidos; perseguidos que tienen que renunciar a sus creencias y a su cultura para sobrevivir; extranjeros que en algunos lugares son ejecutados; familias divididas sin justificación. La humanidad avanza en el siglo XXI repitiendo sus peores pesadillas. Los medios internacionales divulgan historias e imágenes desesperantes, pero no son capaces de destruir el manto de indiferencia o impotencia que predomina. El exceso de información y la distancia geográfica contribuyen a encubrir los detalles, pero no es posible seguir siendo indiferentes. La mayor derrota de la Organización Ejército Islámico (EI o ISIS) podría ser que la humanidad entera se sintiera interpelada por estas masacres de nuestro tiempo.
Algunos expertos piensan que lo que está ocurriendo en el mundo islámico puede compararse con la Guerra de los Treinta Años en Europa (1618-1648), que marcó el devenir de las grandes potencias de la época. No sólo por la utilización de mercenarios que arrasaron territorios enteros sino porque los conflictos continuaron mucho después de que se firmaran la Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos. También por la devastación de poblaciones enteras (la del Sacro Imperio Romano Germánico se vio reducida en el 30%). Los especialistas consideran que van a ser necesarios muchos mártires dentro del Islam que denuncien lo que sucede. Esas voces existen: hablan y cuestionan los atropellos, pero no están organizadas y EI los amenaza de muerte. Occidente debería estar más activo e involucrado.
No hay tiempo que perder: los extremistas ya están en Europa. Para ellos existen la casa de paz y la casa de guerra; donde está el Islam es la de paz; donde aún no ha llegado, es la casa de guerra. Los recientes y atroces atentados en París son una prueba. Pero Italia, Bélgica, Alemania también están en problemas.
En Medio Oriente, donde todas las esferas de la vida se piensan en términos religiosos, los moderados están muy solos. Las personas de fe, auténticos cristianos, musulmanes y judíos, deben ya no convivir con, sino sobrevivir a los atropellos de los extremistas. Incluso Líbano, que fue un ejemplo de convivencia interreligiosa durante décadas, hoy parece ser tierra fértil para el EI, sobre todo en las regiones fronterizas como Trípoli. Tiene una población de cerca de 4,5 millones de habitantes con 18 sectas religiosas reconocidas, de las cuales el 54% son musulmanes (27% sunita y 27% chiita), el 40,5% son cristianos, el 5,6% son drusos y el porcentaje restante está constituido por pequeños grupos de judíos, bahais y budistas. Esta tierra, que fue la cuna del cristianismo, se está vaciando de cristianos poco a poco. Tiene un millón y medio de sirios viviendo en su territorio y nadie sabe cuántos de ellos son realmente refugiados.
En efecto, en Medio Oriente se está dando una masacre perpetrada por el EI. Cada cinco minutos un cristiano muere en la región. Y aunque no se extermine a todos los cristianos, al fragmentar al grupo y destrozar sus vínculos, la amenaza es global. Desde cada rincón del mundo debemos defender a los cristianos, porque significa defender la esencia de los valores occidentales: el respeto por los derechos humanos, la libertad y el pluralismo.
1 Readers Commented
Join discussionEl «anónimo» que escribió este comentario, no merece respuesta.
Aunque, decir que «en Medio Oriente se está dando una masacre perpetrada por el EI», es una absurda simplificación del tema; quizás premeditada.