Economía de estilo y transfiguración en La plenitud de la señorita Brodie, de Muriel Spark.

 

Había advertido Edgar Allan Poe en el siglo XIX que el cuento corto, el ensayo breve y el poema lírico están llamados a desalojar las producciones de grandes dimensiones. Más allá de la preeminencia de los géneros, aun cuando el cuento se impuso y fue elegido para expresarse por autores de la talla de Poe, Chesterton o Borges, la novela sigue ocupando una posición de privilegio en lo que a narrativa se refiere. Sin embargo, si el lector de nuestro tiempo se enfrenta a una novela de 400 páginas es posible que se desaliente, de manera que adhiero a la novela contemporánea, de menos extensión, y no por ello menos ambiciosa.
Muriel Spark (1918-2006), prolífica y multipremiada, novelista escocesa, tuvo que conocer severas críticas por la brevedad de sus obras. Dice en su autobiografía: “Me encanta la prosa económica, siempre intento encontrar la forma más breve de expresar un significado”. El estilo conciso, como la precisión para reproducir las expresiones de la gente común, son influencia del caricaturista inglés Max Beerbohm. Las obras más conocidas de Spark: Memento mori, Las señoritas de escasos medios, La plenitud de la señorita Brodie (Los mejores años de miss Brodie o La primavera de una solterona), entre otras.

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De padre judío y madre anglicana, fue educada con becas públicas. Se destacó en las letras desde muy joven; en 1937 se casó con Sydney Oswald Spark, 13 años mayor, de quien se separó en 1944 aunque conservó el apellido. Vivieron en Rhodesia, y Muriel lo considera su primer exilio. Tuvieron un hijo, Robin. A su regreso a Londres pasó por diversos trabajos, como el contraespionaje en una repartición de la Inteligencia Británica. Ya divorciada se inició como escritora. Tomó distintos aspectos de la vida colonial africana para nutrir sus primeros relatos, que fueron crímenes racistas: negros asesinados por blancos, mujeres negras abandonadas por sus hombres blancos en cuanto llegaban a Inglaterra.

Expresó su teoría sobre el mal en El único problema, donde afirma que el mal es el único problema: “Creo que el infierno está vacío y todos los demonios están aquí”. En 1954 sufrió una crisis, en parte por el consumo de pastillas para adelgazar. Fue hospitalizada y recibió tratamiento psiquiátrico. Se inició en el estudio de la obra del cardenal Newman, escritos que ejercieron gran influencia sobre ella y, como Graham Greene, se convirtió al catolicismo. Greene la ayudó económicamente.
En 1963 dejó Inglaterra para siempre; vivió primero en Nueva York, luego en Roma. En 1970 inició su relación con Penelope Jardine y se instalaron en Toscana hasta su muerte.

La plenitud de la señorita Brodie fue publicada en 1961 y es su novela más exitosa, traducida a varios idiomas y adaptada al cine. Maggy Smith ganó el Oscar a la mejor actriz por su interpretación. La acción comienza en 1930, en una escuela de señoritas de Edimburgo, donde Miss Brodie es maestra y sus alumnas tienen diez años. Soltera de mediana edad, atractiva y de fuerte carácter, admiradora de Mussolini y muy comprometida con su rol. Abunda en sentencias: “Seguridad no es lo primero. La Bondad, la Verdad y la Belleza están antes”; “La palabra es plata pero el silencio es oro”. Su objetivo es que las niñas lleguen a ser la crème de la crème. Para lograrlo elige a seis chicas, cada una muy diferente de la otra, y les da clases extracurriculares: les habla de arte, ética, religión, política y de su vida privada. Gracias a su don de mundo y seducción, ejerce sobre ellas una fuerte influencia. Las invita a su casa a tomar el té, les hace confidencias sobre su vida amorosa y les promete que serán mujeres sobresalientes si consiguen lo que ella sabe ahora de sí misma: reconocer el momento de apogeo de cada una.

El relato es divertido e irónico, aunque igualmente severo, con personajes muy bien definidos y una técnica cuidada e inteligente. En 170 páginas despliega una inusitada complejidad. Apela a material autobiográfico, la escritura como interés desde la temprana juventud, la expresa admiración por la economía de estilo. Su personaje central, Sandy, bajo el dominio de Miss Brodie hace tareas de espía e informante, se interesa por la psicología y se convierte al catolicismo.
La obra en cuestión es un trabajo sobre la ética. Muriel Spark tiene la habilidad de ubicar la acción en un momento histórico clave que sustentará su hipótesis, pre y post Segunda Guerra Mundial. La enseñanza de Miss Brodie sobre los secretos del amor y la sexualidad fue una de las faltas que las autoridades de la escuela hubieran querido probar para expulsarla, pero sus métodos desarrollaron en las chicas una singular forma de lealtad y no son esas temáticas las que hacen al clímax de la obra.

Inclusión y exclusión, deseo y renuncia, lealtad y traición son algunos de los ejes, y queda planteada la cuestión del bien y del mal como un conflicto que se impone. Como Hannah Arendt, Muriel parece decir que en realidad la señorita Brodie en su apogeo no se da cuenta de lo que hace. “Permaneceré en esta fábrica educativa. Tiene que haber levadura en la masa. Denme una niña en edad susceptible y será mía para toda la vida”, puede leerse. Y también: “Mientras estaban bajo su influencia, tanto ella como sus acciones se hallaban situadas fuera del contexto del bien y del mal”. “Así como un sentido excesivo de culpabilidad puede llevar a alguien a cometer demasías, así era llevada a ello la señorita Brodie por una desmesurada carencia de sentido de culpabilidad”.

La trasgresión de Miss Brodie es a su función de maestra. Este es el planteo de la autora. Georges Bataille, en Literatura y el mal, nos permite esta discusión sobre ética y literatura. La literatura como vía de acceso, como una forma de indagación. Gracias a los artilugios de la escritura y del estilo, “imágenes crudas y nauseabundas son posibles” (pienso en Lolita de Nabokov, Cumbres borrascosas de Bronte, o El señor de las moscas de Golding). La conmoción del lector es inevitable y no hay una respuesta única, pero esa conmoción no se alcanza sin arte y sin estilo.

Miss Brodie elige a Sandy, su alumna estrella, confidente e informante, pero un hecho trágico hace que Sandy reflexione y actúe en consecuencia. Es el principio de la transfiguración, del anhelo de cambio profundo y completo en diferentes aspectos de su personalidad.

En mi opinión, la entrega de la autora a su nueva fe es la que le proporciona el cierre a este trabajo. En la adultez, Sandy, ya psicóloga, monja católica y escritora, aferrada a las rejas del convento, puede hacer una revisión, y publica La transfiguración de lo trivial, que la pondrá de nuevo en contacto con sus compañeras de la adolescencia.

La autora es psicóloga y escritora.

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