En notas anteriores (CRITERIO N° 2414 a 2418) mostramos cómo Asia, históricamente el continente más pobre, superó esta situación tras implementar la economía del conocimiento. Con innovación, ciencia y tecnología, Japón, China, Corea del Sur, Singapur, Israel y otros países ubicaron sus economías entre las más avanzadas.
La región de América latina y el Caribe (ALC), en cambio, tiene un histórico rezago que la ubica entre las más subdesarrolladas; son economías primarias. Una investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indica que ello representa un problema importante pues “la innovación es un componente fundamental para el desarrollo económico y factor clave para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos”. Cuatro razones explican la situación:
1) Deficiente educación: las pruebas PISA muestran bajos resultados en la región, sobre todo en ciencias y matemáticas. Los alumnos que cursan la enseñanza primaria son mayormente pobres y habitan zonas rurales; suelen abandonar los estudios por verse obligados a contribuir al sustento familiar o porque viven en localidades sin escuelas secundarias. Ello afecta la disponibilidad de jóvenes preparados, en condiciones de ser futuros investigadores o técnicos capacitados.
2) Pocos ingenieros: la ingeniería desempeña un papel principal en el progreso tecnológico. Es una profesión que está en el centro de las actividades de innovación: la mayoría de los productos y servicios innovadores surge de emprendimientos empresariales promovidos por ingenieros. México, Colombia y Chile son una excepción en cuanto al número de ingenieros; la Argentina y Brasil, notablemente, están muy por debajo.
3) Escasa inversión en Investigación y Desarrollo (I+D): ALC aporta sólo el 3,5% del total mundial en I+D, esencial en la economía del conocimiento; Asia, el 36,1%. Las industrias latinoamericanas invierten poco; el mayor aporte lo hacen los gobiernos en universidades e instituciones públicas, que generan conocimientos pero no producen los bienes para crecer. En los países avanzados, en cambio, la mayor inversión es empresaria y la transferencia de conocimientos a la industria desarrolla las economías.
4) Pocas patentes: el conocimiento no se protege debidamente. En la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO) la formalización de patentes de ALC crecía a una tasa anual promedio del 3%, muy inferior a la de los 34 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), del 7%; y a la del conjunto de países RIIC (Rusia, India, Indonesia y China), del 13%.
En ALC, tres países concentran más del 90% del total invertido en I+D: Brasil (66%), México (16%) y la Argentina (10%); el resto invierte el 8,8%. La región es muy poco innovadora: las exportaciones de manufacturas cayeron de 72,3% en 2000 a 58,6% en 2014. “Nos hemos vuelto demasiado dependientes de las materias primas”, decía el director de desarrollo económico de la CEPAL, Daniel Titelman. Un estudio de diciembre de 2014 indica que el 98% del valor de las exportaciones de Venezuela proviene de materias primas; el 86% en Ecuador, el 79% en Colombia, el 72% en Bolivia, el 70% en la Argentina y Perú, el 63% en Chile y el 52% en Brasil; la excepción es México, donde el 17% del valor exportado proviene de materias primas. Un informe del Banco Mundial dice: “La baja innovación de las empresas latinoamericanas hará que la región no pueda contar ya con sus exportaciones para crecer. Si América latina sigue especializándose en los recursos naturales, quedará a la zaga, en la vieja economía de crecimiento más lento”.