La música Gospel cantada por coros de la Argentina tuvo su 2do. Festival el 18 de julio en la Iglesia Presbiteriana San Andrés, en el barrio de Montserrat. Ante unos mil espectadores, este género musical nacido en los Estados Unidos convocó a nueve coros, con la participación de más de 300 coristas. Esto demuestra la creciente vitalidad e interés por la música Gospel en nuestro medio, que cuenta con coros en Neuquén, Córdoba, Mendoza y Buenos Aires. Desde el puntapié inicial dado por el “Córdoba Gospel Choir”, fundado en 2002 por Gerardo Flores y Franco Gandullo, el género cuenta en el país con unos 15 coros, que han ido mejorando su estilo con la colaboración de reconocidos cantantes norteamericanos, como Markanthony Henry y otros integrantes del New York City Gospel Choir, quienes visitan la Argentina periódicamente y realizan clínicas.
Genealogía y evolución
El género Gospel es heredero del negro-spiritual o spirituals a secas, que hunde sus raíces en la experiencia de los esclavos africanos llevados a trabajar forzosamente en lo que luego serían los Estados Unidos. El spiritual lleva el sello indeleble de la opresión y sufrimiento de los esclavos, brutalmente desterrados y sometidos en las plantaciones de algodón y tabaco de la entonces colonia inglesa. Convertidos a la religión cristiana, en algunas de las variantes protestantes que dominaban el paisaje, y denegados de la posibilidad de leer y escribir, la recitación de la Biblia y, especialmente, el canto, eran las formas de expresión religiosa de los esclavos. La natural afinidad de la raza negra con los ritmos y su innato sentido musical hicieron que se apropiaran rápidamente de esta expresión y comenzaran a darle características peculiares. Inicialmente llamados sorrow songs o lamentaciones, expresaban un escape emocional a los sufrimientos, angustias y tristezas de las duras condiciones de vida. Sin embargo, muchas de ellas transmitían optimismo y coraje.
Si bien a instancias de los señores de las plantaciones, la predica de los misioneros puso énfasis en la obediencia a sus amos y el respeto de las jerarquías como supuestos mandatos divinos, ello no encontró demasiado eco entre los afroamericanos. En cambio la historia de la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto y el énfasis en la igualdad de todos los hijos de Dios frente al mismo Padre tuvieron mayor atractivo para la población esclava y prontamente ganaron popularidad en el contenido de sus cantos. Referencias a una nueva “tierra prometida” de libertad fueron temas predilectos en los spirituals de la época.
La cristianización de los esclavos fue lenta hasta el llamado Gran Despertar (Great Awakening) a mediados del siglo XVIII, cuando un verdadera legión de predicadores crearon una gran movilización espiritual en la población negra, con numerosas conversiones. En ese contexto se fundaron las primeras iglesias dedicadas exclusivamente a la comunidad negra, lo que dio un nuevo impulso a una espiritualidad de particularidades negras y, por lo tanto, a las expresiones musicales propias.
El inicio de la campaña antiesclavista, también con activistas blancos, incentivó aún más las interpretaciones liberacionistas de la Biblia y la prédica cristiana, aunque muchas veces a través de mensajes “duales” con cantos de “doble sentido” que sólo podían ser correctamente descifrados por quienes sabían del mensaje oculto en las canciones piadosas. La relación entre la religión (incluidos el Islam y el Judaísmo), la música negra y el movimiento abolicionista es un capítulo fascinante de la historia de la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, pero muy extenso para un artículo. Si bien los límites entre el género Gospel y los spirituals son discutidos y difusos, (reducidos a cuestiones más bien semánticas) es indudable la esencial relación y continuidad entre ellos.
En un período posterior es imposible no relacionar la vitalidad de las ricas y profundas canciones de la llamada “Edad Dorada del Gospel” (1945-1975) con la emergencia del “movimiento de los derechos civiles” en los ‘50 contra la segregación política (“iguales pero separados”) que caracterizó a los Estados Unidos post-guerra civil.
El Gospel de Obama
El 17 de junio pasado, en la Emanuel African Methodist Episcopal Church de Charleston, en Carolina del Sur, el supremacista blanco Dylann Roof asesinó a sangre fría a nueve afroamericanos mientras participaban de un oficio religioso. En el brutal ataque racista, murió también el pastor Clementa C. Pinckney, quien era además senador. En el funeral del Rvdo. Pinckney, Barack Obama dio un sentido y rico discurso sobre el rol de las iglesias negras en la lucha por los derechos humanos en ese país: “La iglesia es y ha sido siempre el centro de la vida de los afroamericanos, un lugar sagrado, el lugar donde nuestra dignidad como personas es inviolable. No sólo para los negros, no sólo para los cristianos, sino para cada ciudadano norteamericano preocupado por la expansión de los derechos humanos y de la dignidad humana en este país”. Luego se expresó con una intimista reflexión sobre la Gracia Divina en tan dolorosos acontecimientos y en una serie de problemas actuales basado en estos temas y su interrelación con la letra del Gospel “Amazing grace”. Y sorpresivamente comenzó a cantar la primera estrofa: “Amazing Grace, how sweet the sound, That saved a wretch like me…. I once was lost but now I am found, Was blind, but now, I see… (Asombrosa gracia/ cuan dulce el sonido/ que salvó a un ser despreciable como yo… / Yo estuve alguna vez perdido/ pero ahora me encontré/ estuve ciego pero ahora veo).
Si bien originalmente era un himno religioso del clérigo británico blanco John Newton, fue adoptado y adaptado para varios cantos religiosos en los Estados Unidos, entre ellos Gospel o spirituals, por ejemplo, en los 50-70 versos de una canción conocida como “Jerusalem, My Happy Home” a fines del siglo XVIII, y en la adaptación de la cantante Mahalia Jackson, activista del “movimiento de los derechos civiles” antisegregacionista. De esta forma, el Gospel sigue vinculado a las actuales discriminaciones e injusticias que sufre la raza negra en uno de los países más prósperos del mundo.
Perspectivas en la Argentina
¿Cuál es el futuro de un género tan enraizado en la cultura negra en un país como la Argentina? Nuestra “cultura nacional” se ha caracterizado por el aporte y recepción creativa de diversas influencias indoamericanas, europeas y directa o indirectamente negras, lo que se expresa en su diversidad y riqueza musical. Fruto de esta síntesis surge el tango y el folclore, como también el rock nacional, una feliz aculturación de las culturas rock anglosajonas. Y lo mismo sucede con el pop y otros géneros. En relación con temas religiosos se pueden mencionar dos síntesis magistrales de la fe cristiana y la música argentina en ejemplos tan diversos como la “Misa Criolla” de Ariel Ramírez y el disco “La Biblia” de Vox Dei. El Gospel, con su carga de autenticidad histórica y su profunda espiritualidad, puede representar una vital expresión para muchos jóvenes que buscan una relación diferente con la música y la danza, y a la vez una nueva expresión evangelizadora. En términos de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del papa Francisco, “no se debe pensar que el Evangelio tenga que ser transmitido por determinadas fórmulas preestablecidas” (n. 129). Podemos confiar en que se está desarrollando una nueva y fecunda influencia cultural que nuestras particularidades no tardarán en asimilar y posiblemente, también resignificar.