Expectativas en el país del norte ante la próxima visita de Francisco, con una agenda política y pastoral que impactará más allá de sus fronteras.

El 23 de septiembre llegará el Papa a los Estados Unidos después de una peregrinación de cuatro días en la isla cubana. Su primer evento será la bienvenida del presidente Barack Obama en la Casa Blanca. Los siguientes cuatro días incluirán el primer discurso en la historia del país de un Papa frente al Congreso, la canonización del más importante misionero de California, una probable defensa de Laudato si en la ONU y un encuentro con el Congreso Mundial sobre la Familia pocos días antes de la apertura de la Sínodo sobre la familia en Roma.

¿Qué esperan los estadounidenses del Papa? ¿Qué encontrará Francisco? Entre la cuarta y la quinta parte de la población estadounidense es católica y de ese total, una tercera parte es hispana. En este sentido, las proyecciones demográficas se inclinan por el crecimiento de esa cifra, con lo cual el futuro de la Iglesia está en manos de los hispanoparlantes. Pero hay otros procesos de cambio de igual importancia. Entre los jóvenes está creciendo un indiferentismo (lo que un sociólogo católico denomina “moralistic, therapeutic Deism”), pero entre los adultos católicos la polarización política se extiende a una dinámica eclesial frágil y fragmentada.

Las posiciones políticas y sociales del papa Francisco han sido reportadas regularmente pero la información muchas veces presenta posiciones exageradas, sin equilibrio. Por ejemplo, su famosa respuesta al periodismo “Quién soy yo para juzgar a un gay?” ha sido interpretada por algunos políticos de izquierda como apoyo público e incondicional al matrimonio igualitario. Por otro lado, las citas sobre la evidencia científica del calentamiento global condujeron rápidamente a los defensores más ardientes del mercado libre  a repudiar al Papa. En efecto, para algunos católicos Francisco es el pregonero de un progresismo católico estadounidense que ya conocen, y para otros es la prueba de la amenaza de un populismo económico que siempre amenaza desde el sur. La visita ofrecer entonces la oportunidad de restablecer el retrato auténtico. Sin embargo, la comunicación del su propio mensaje será el desafío más grande.

En realidad el Papa ya tiene un perfil público en sus diversas proclamaciones sobre la realidad social. La inclusión de los pobres en la sociedad es un buen ejemplo. La necesidad de ir a las periferias sugiere una nueva estructura para la teología y la pastoral. Los efectos diabólicos de la estructura actual del capitalismo globalizante no es muy fácil de entender para quienes no comparten una mirada global del modelo económico neoliberal que ha prevalecido en los Estados Unidos casi desde sus orígenes. En cambio, la espiritualidad radicalmente franciscana en Laudato si y la crítica fuerte al consumismo no deben ser suavizadas frente a los norteamericanos.

El Papa conversó el 27 de marzo de 2014 en el Vaticano con el Presidente Obama sobre la reforma migratoria. Algunos activistas en la delegación de los Estados Unidos presentaron al Papa el caso de la niña mexicana Jersey Vargas, que estaba indocumentada e iba a perder contacto con su papá, detenido por el gobierno estadounidense, en caso de que fuera deportado. La intervención del Papa ante Obama culminó con un cambio positivo en cuanto a la situación de la familia Vargas. Fue un ejemplo pastoral en el marco de una situación que es grave y mucho más amplia.

Por otro lado, los norteamericanos saben que el Papa fue responsable de abrir el diálogo que permitió la reinstauración de las relaciones diplomáticas con Cuba. También ha demostrado, durante un encuentro con una delegación de la Universidad de Notre Dame y el Cardenal Wuerlde Washington, que el discipulado misionero debe incluir una definición amplia y factible de la libertad religiosa, que tiene actualidad tanto en las universidades y hospitales católicos como en los sitios del culto. En fin, el Papa no ha sido hasta ahora indiferente a la política específicamente estadounidense.

Como Pablo VI, Francisco tiene mucha confianza en la pedagogía del testimonio. Por eso canonizará al misionero franciscano Junípero Serra durante su visita a la Basílica del Santuario de la Inmaculada Concepción en Washington. Y hay otros modelos de santidad que el Papa argentino puede destacar para señalar su apoyo a la fe mestiza del pueblo y ponerse la patria al hombro. Llegando desde Cuba y pasando por Nueva York, por ejemplo, merece la pena un homenaje al sacerdote de la isla que encontró refugio político en la Arquidiócesis de Nueva York, Padre Félix Varela (1788-1853). “Recordemos que ‘el ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral’ dice Evangelii Gaudium, n. 220”, cita por la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para Varela, “no hay patria sin virtud”. En sus varios escritos y compromisos pastorales, Varela aplicó este compromiso social a una nueva forma de educación política y moral. Otra figura importante ha sido el obispo John Ireland (1838-1918) que apoyó un liberalismo republicano conservador en la época en que existía una persecución tremenda contra los migrantes irlandeses en los Estados Unidos.[1] La inclusión del migrante tiene entonces una historia más larga y profunda que la de otros países en la Iglesia en América y los norteamericanos deben ser invitados a recordar su propia herencia en este campo. Además, hay una tradición católica norteamericana de obras caritativas y de volunteerism (que no es el voluntarismo) que fue evidente en el compromiso de Santa Francisca Cabrini (1850-1917) con los pobres de Chicago. El papa Benedicto, en su penúltima audiencia general, elogió a Dorothy Day (1897-1980), periodista y fundadora del movimiento y del periódico The Catholic Worker. Subrayó el camino espiritual por el cual una mujer atea y socialista puede llegar, con la gracia de Dios, a testificar el vínculo esencial del compromiso litúrgico con el discipulado misionero en favor de los marginados. La memoria testimonial de Day, pregonera (en las palabras de Benedicto) de “una adhesión consciente a la Iglesia” y a la vez “una vida dedicada a los desheredados”, pudiera ser una huella importante que deja el Papa argentino durante su peregrinación histórica a los Estados Unidos.

[1]Véase EmilceCuda, “Inclusión social e inmigración: posibilidades a partir de la experiencia católica norteamericana del siglo XIX,”Revista Teología Tomo XLVII, Nº 101 (Abril 2010):117-138.

El autor es Profesor de Teología de la Universidad de Notre Dame

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  1. LUCAS VARELA on 17 agosto, 2015

    Yo pregunto ¿Que espera el Papa Francisco de los estadounidenses?
    El candidato republicano a la Casa Blanca Jeb Bush -católico y hermano del ex presidente estadounidense George W. Bush dice : «Espero que el cura de mi parroquia no me castigue por decir esto, pero no tomo mis políticas económicas de mis obispos, cardenales o de mi Papa».
    El director del Acton Institute, Samuel Gregg, fundador del “The tea party catholic” y “amigo de la casa Criterio” dijo en esta misma revista y en éste mismo número, que nosotros los argentinos “no somos normales”, incluído el papa Francisco.

    Claro, las mencionadas referencias representan una ínfima, poderosa y extremadamente conservadora minoría estadounidense. Pero, representan el poder real y no espiritual, el poder económico y «republicano».
    Son 50 millones de católicos, un tercio latino. Representan un inmenso poder electoral.
    Veremos…

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