Entre las cosas que recuerdo de mi estadía como diplomático en Finlandia, entre 2009 y 2012, además de su alto nivel de educación y la pureza del agua potable, se encuentra la Comisión del Futuro de su Parlamento, única en el mundo. El país de los lagos y los bosques podría compararse, por su tamaño, con nuestra provincia de Buenos Aires. Pero en 2014 tenía un PBI cercano a los 280.000 millones de dólares, que, para una población de 5,4 millones de habitantes, representan 50.000 dólares per capita. Por su nivel de desarrollo cívico, económico y tecnológico, Finlandia se encuentra entre los primeros del mundo.
Estas líneas guardan relación con en el editorial de este número, que apunta al largo plazo y a la necesidad de que un país como el nuestro, tradicionalmente dedicado al corto, se anime a pensar el futuro. En 2010 conversé en Helsinki con Paula Tiihonen, funcionaria senior del Parlamento y asesora de la citada comisión, quien me reveló aspectos ilustrativos. Sus diecisiete nuevos miembros se actualizan en estos días, ya que en abril último se realizaron las últimas elecciones parlamentarias. Su función es pensar el mejor futuro posible para el pueblo de Finlandia. Tiene la responsabilidad de elevar al Parlamento un “Informe sobre el Futuro del País” en cada período de gobierno y trabaja en temas como el desarrollo tecnológico, el cuidado del medioambiente, las energías renovables y la educación pública. También se ocupa del fortalecimiento de la democracia en Finlandia y en el mundo.
La comisión prepara documentos parlamentarios que se le solicita y emite declaraciones para otros comités sobre cuestiones relacionadas con el futuro. Examina problemas relativos a los factores y modelos de desarrollo futuro, incluyendo metodologías, y sirve como órgano parlamentario responsable de evaluar el desarrollo tecnológico y sus consecuencias para la sociedad. La comisión redacta sus propios informes sobre el futuro, que luego se discuten en el plenario. No suele ocuparse de propuestas legislativas y en su lugar se encarga de redactar la respuesta del Parlamento a la Memoria del Gobierno sobre el futuro. El poder de decidir su orden del día es uno de los pilares clave de su fortaleza. Organiza su agenda y elige sus métodos de trabajo de forma completamente independiente de influencias externas. La comisión, que sirve como think tank parlamentario, prepara estudios sobre el futuro, propone diferentes opciones, resalta los peligros y construye escenarios utilizando los métodos de investigación a largo plazo. Debe crear su propio éxito y ganar la estima por su trabajo en cada legislatura de cuatro años. Es fundamental el nombramiento de un diputado, coordinador y presidente del grupo para cada proyecto que, hasta las últimas elecciones, recaía en la diputada socialdemócrata Päivi Lipponen.
El Primer Ministro elige el tema para el “Informe Gubernamental sobre el Futuro”. Hasta ahora hubo siete: Informe sobre el futuro a largo plazo (1993), Finlandia y el futuro de Europa (1996), Una Finlandia de Responsabilidad y Confianza (1997), Una Finlandia de Desarrollo Integral 2015 (2001), Una buena sociedad para las personas de todas las edades (2004), Hacia una Finlandia de bajas emisiones (2009) y El crecimiento sostenible de Bienestar (2013).
Este ejemplar país nórdico, del que podemos aprender muchas cosas, piensa el futuro sin dejar de resolver los problemas del día a día y lo hace mediante los representantes del pueblo.

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