Cuando este número de CRITERIO llegue a los lectores, los comentarios que siguen no estarán referidos al presente sino a lo que se observaba unas semanas antes, previo a este cierre.
En el periodo político que precedió a las PASO, el triunfo de Alberto Fernández produjo un reacomodamiento dentro del frente opositor y provocó el aglutinamiento de los gobernadores peronistas. Las listas electorales lo reflejaron en los candidatos a diputados, en perjuicio de los que La Cámpora hubiera preferido. El 45% de los votos del Frente de Todos y el 32% del Frente para el Cambio produjeron una sorpresa generalizada.
Los indicadores de la economía mostraron un inmediato sobresalto de los precios de todos los bienes. El dólar superó los 60 pesos. Subió también el riesgo país a más de 2000 puntos. Se temió hasta un nuevo default. En todo caso, el último acuerdo con el FMI deberá ser objeto de renegociación.
¿Cuáles son las opciones del Presidente? Según el acuerdo firmado con el Fondo, al tocar el techo prefijado de 51,45 pesos por dólar, el Banco Central podía vender reservas a razón de U$S 250 millones por día, e intervenir en los mercados de futuro, dilapidando reservas y comprometiendo aún más las cuentas; o dejarlo correr, a riesgo del overshooting (una sobre-reacción del mercado), a tono con las declaraciones previas a las PASO del candidato del Frente por Todos, quien indicó que el dólar estaba subvaluado. Sin embargo, luego de las primeras chispas posteriores a las PASO, el candidato ganador le solicitó a Macri cuidar las reservas. Eso fue justamente lo que hizo el Presidente en ejercicio, sabiendo que esta opción no era gratis, pues la inflación que sobreviene es inevitable. Además de que era perjudicial a su campaña y a las magras chances de revertir el resultado en octubre. No hay que olvidar que la administración de Cristina Fernández, que expulsó a Martín Redrado del BCRA con la policía, hizo lo que el economista recientemente proponía; así dejó al país sin reservas y con ventas multimillonarias en el mercado del dólar futuro, sosteniendo un precio artificial que nos costó una fortuna a todos los argentinos.
Afortunadamente, después de un breve período en el que Alberto Fernández y Mauricio Macri parecían no querer dialogar, primó el buen sentido. Los mercados ya no miran tanto a Macri como a Fernández, si bien ambos deberían acordar la política fiscal y un nuevo acuerdo con el FMI. Fernández no tardó en cortar de cuajo temerosas especulaciones cuando afirmó que no se seguiría el camino de Venezuela, no se propiciaría un cepo financiero, el valor del dólar en torno de los 60 pesos le parecía razonable y no se rompería con el Fondo.
Paralelamente, se configuró un oficialismo apabullado, bajo la incierta conducción de un Presidente forzado a adoptar decisiones opuestas a las convicciones que, equivocada o tozudamente, caracterizaron buena parte de su gestión. La elección de Miguel Pichetto como candidato a vice fue la primera de ellas, seguida por la adopción de medidas económicas de apuro, contradictorias con los compromisos asumidos y de dudosa eficacia ante la envergadura de los desafíos que el resultado de las PASO puso en evidencia.
Si en un primerísimo momento desde el Gobierno se pensó en la reversibilidad de la tendencia de las urnas, con el correr de los días aquella convicción parece ir perdiendo fuerza política y entusiasmo anímico. Por el contrario, la euforia caracterizó a quienes esperan convertirse en el nuevo oficialismo. Pero ambos se encuentran con el poder acotado por la debacle económica, constreñidos por la misma deuda, igual escasez y pobreza en un cuadro de desempleo y carencia de inversiones.
En la segunda semana después de las PASO ya se comentaba con naturalidad cómo sería o debería ser el cuarto gobierno K. Se produjo entonces la renuncia del pretendidamente superministro Dujovne y su reemplazo por Hernán Lacunza, de reconocido prestigio en el arco profesional, de quien se espera sea un piloto de tormentas. Sería aconsejable que el nuevo ministro logre el visto bueno del FMI para recomprar deuda y de esta manera ayudar en parte a sostener el tipo de cambio y ponerle un piso a los bonos. En otras palabras, la mera señal de recomprar deuda soberana a un descuento significativo –al igual que lo hacen las empresas con la recompra de sus acciones– haría subir la cotización de los bonos, bajando el riesgo país, y contribuyendo a la calma en el mercado cambiario. En los ámbitos empresariales pareciera que se va perfilando un realineamiento de posiciones teniendo en cuenta el probable nuevo gobierno a definirse el 27 de octubre.
Una característica de las PASO ha sido la del fuerte influjo del voto negativo. Aunque sea tal vez imposible cuantificarlo con precisión, pareciera que muchos votos fueron contra Cristina, pero tal vez más aún contra Macri. Cuando la ex Presidenta ofreció la candidatura a Alberto Fernández, después de un primer momento de asombro, la prensa internacional comenzó a hurgar sobre la personalidad del candidato y llegó a la conclusión de que no sería alguien guiado no tanto por consignas ideológicas sino por un razonable pragmatismo.
Alberto Fernández procura lograr un balance permanente entre sus necesidades como candidato y como posible futuro presidente. En este contexto cabe destacar que en sus declaraciones públicas se ha manifestado en contra de la grieta que divide a los argentinos, y que fue azuzada durante los gobiernos kirchneristas y de Cambiemos.
Paralelamente, el contexto internacional se muestra complejo y plagado de incertidumbres. El dinero busca la seguridad de abrigos que ofrecen países como los Estados Unidos o Alemania, aun con tasas negativas a cambio de seguridad. En cuanto a nuestra región, el resultado de las PASO no colabora en lograr un consenso respecto de una línea de acción común ante el desafío venezolano. A su vez, la Argentina se suma así a países como Brasil, Colombia y México, que por distintas razones encuentran dificultades para progresar sin tropiezos.
Entre las enseñanzas de estas últimas semanas pueden citarse la conveniencia de prescindir en el futuro de las primarias, inútiles y costosas; y la necesidad de propiciar un diálogo más frecuente, substantivo y sincero entre los dirigentes políticos. También se ha dicho mucho acerca de la pérdida de confianza en las encuestadoras de opinión por la generalizada falencia en los pronósticos que precedieron al escrutinio.
Quienquiera que en definitiva asuma la Presidencia, contará con logros legados por la administración saliente, como el superávit energético y mejoras en la infraestructura de transporte. Bienes reales y visibles aunque, como alguien dijo gráfica y crudamente, “el cemento no se come”. Como contrapartida, la deuda externa, que era baja en el gobierno anterior, supera ahora con creces el PBI del país, mientras subsisten altísimas tasas de inflación y tributación. Hoy es posible imaginar que si las elecciones se definen por un gobierno con un Congreso afín, habrá poder para legislar y ejecutar en materias delicadas como las reformas fiscal, laboral y la coparticipación.
Subsiste, mientras tanto, la intriga por conocer cómo serán en el futuro el peso político relativo y el poder de decisión real que tendrá, en un eventual gobierno a partir de la transmisión del mando, la fórmula electoral que se estima triunfará. Y es imposible omitir la preocupación que suscitan los cambios que ocurrirán en una sociedad anómica como la nuestra, donde muchos sospechan que la corrupción alcanza a todos y las principales fuerzas políticas han cultivado sistemáticamente la polarización y la falta de diálogo. En efecto, los valores democráticos de la Constitución no parecen estar sólidamente enraizados en buena parte de la ciudadanía y su dirigencia política, preñadas de populismo. Todo un desafío también para quienes desde la Iglesia creemos necesario dar al César lo que es del César, sin mengua de la autonomía y la muy necesaria cooperación en estos tiempos de necesidad, en unión y libertad.
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Join discussionNo sé si es pertinente adjuntar una nota que publiqué en Lectores del diario La Nación, teniendo en cuenta que Criterio es una revista católica. Si esto es un despropósito les pido disculpas. Ahí va: CARTA ABIERTA AL PAPA FRANCISCO
San Antonio de Areco, 26 de agosto de 2019
Su Santidad Francisco:
Yo soy un pecador que profesa la fe católica, apostólica, romana igual que usted, con la diferencia que yo soy un simple ciudadano de a pie y Usted es el Representante de Dios en la Tierra. Como católico acepto con todo respeto las afirmaciones que usted emite cuando habla “desde la cátedra”, pero no estoy obligado a compartir todas las opiniones que emita hablando “fuera de la cátedra”. No obstante, me interesa profundamente conocer su punto de vista sobre todo tipo de temas (políticos, sociológicos, históricos, ambientalistas, etc., etc.) por su alta investidura y por su jerarquía intelectual. En base a lo expuesto, les pregunto concretamente, con la mayor humildad, a Usted y de paso a todos los obispos argentinos si a los ciudadanos de nuestro querido país nos es moralmente lícito apoyar con nuestro voto a una política que ya suma alrededor de 13 procesamientos y 7 pedidos de prisión preventiva. Hasta donde yo sé, esto es inédito en la historia mundial
Creo que a Su Santidad le cabe esforzarse al máximo para ayudar a curar nuestra grieta, pero también pienso que esto se conseguirá sólo mediante la Verdad.
«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Juan 8, 31-32.
Usted dijo, el 18 agosto 2013: «El cristiano no es violento, pero es fuerte». «La fe no es algo decorativo».
Y también: «no es que Jesús quiera dividir a los hombres, ¡al contrario! ¡Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación! Pero esta paz no es neutralidad, no es consenso a toda costa. No es la paz de los sepulcros. Seguir a Jesús implica renunciar al mal, al egoísmo, y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando eso exige sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y eso divide, lo sabemos, divide incluso los vínculos más estrechos».
Finalmente, rezo fervientemente por Usted y por todos sus obispos y le pido a Nuestra Santa Madre que los asista.
Roberto Francisco Savanti
Todos estamos preocupados por los resultados de las PASO. Pero formamos parte de un sistema democrático, y por eso tenemos elecciones y debemos respetarlas siempre. No obstante, vale la pena aclarar que desde la Santa Sede, y específicamente desde el Santo Padre, no ha llegado el mensaje ecuánime que estábamos esperando. Pero, durante su presencia en Argentina, que a no dudarlo será pronto, podrá verificar cuanta aceptación y cuanto rechazo tuvo su reciente accionar político partidario entre nosotros.
LAS P.A.S.O. ME DICEN
Realizada las elecciones Primarias, Abiertas Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.), vemos que:
*Ganó el candidato que representa al grupo que no quieren pagar los préstamos del FMI, ni los intereses de ciertos Bonos del Banco Central, como así también llenar de plata los bolsillos de la gente sin trabajar…
*Que el dólar que estaba a 40y tantos pesos se fue a más de 60 pesos y el Riesgo País subió bárbaramente.
Luego me parece que las P.A.S.O me dicen:
Que poseemos un “razonamiento cómodamente colonial”.
Que la presión de los grandes poderes financieros del mundo se hacen sentir.
Por lo tanto necesitamos, con urgencia, un cambio fundamental en las estructuras del poder político, económico y cultural- Ruben Peretti
El Papa es ungido por el Espiritu Santo, para guiar a la Iglesia Católica, cuidado con pensar indebidamente de sus acciones apostólicas, para no caer en frivolidades, cuando se trata de lástimar la figura de su Santidad.-
Una nota muy clara del CdeR, más pòr lo que no dice que por lo que dice. Cada tanto paso por esta revista, que se dice católica, pero no veo las huellas de la DSI. Y cuando no les gusta, tampoco vale la palabra del Papa. Claros.