La médica pediatra Zelmira Bottini de Rey, vicepresidenta del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA, participó como auditora del Sínodo extraordinario sobre la familia y cuenta su experiencia.
Al iniciarse la primera semana de trabajo del Sínodo, el papa Francisco exhortó a vivir la colegialidad. Invitó a hablar claro y a “decir todo lo que se siente con parresía, sin miedo, y al mismo tiempo, escuchar con humildad y acoger con el corazón”. Durante cuatro días los Padres Sinodales efectuaron exposiciones refiriéndose al documento de trabajo Instrumentum Laboris y luego se invitó a los auditores a hacer uso de la palabra abordando algún punto. En mi caso, teniendo en cuenta que había sido convocada como Vice Presidenta del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA y Secretaria de la Red Latinoamericana de Institutos Universitarios de Familia, manifesté “la necesidad de establecer relaciones con centros académicos adecuados y preparados de manera integral sobre temáticas familiares”. Expresé que la sinergia entre el ámbito académico y el pastoral es necesaria y sumamente enriquecedora para ambas partes. Sin embargo, para que sea realmente efectiva, es preciso tener claridad en cuanto a las competencias que le corresponden a cada uno. Puse al servicio de la Pastoral Familiar los 15 Institutos de Familia de los siete países latinoamericanos que conforman REDIFAM. También solicité a las Conferencias Episcopales de otros continentes impulsar la unión de los Institutos existentes y la creación de los mismos en las Universidades que aún no los tuvieran. Concluí manifestando el anhelo de que, con la gracia de Dios, la Iglesia cuente en los próximos años con una Red Mundial de Institutos Universitarios de Familia que trabaje en comunión y al servicio de la Pastoral Familiar.
El lunes de la segunda semana se dio a conocer la Relatio Post Disceptationem, que resumía lo expresado y que se usaría como documento de trabajo en los Círculos menores. Este documento generó desconcierto: resultaba poco equitativo tanto por el excesivo lugar que daba a ciertos temas como por el escaso que tenían otros. A muchos nos sorprendió que se hubiera publicado, dado que se trataba de un documento borrador, pero nos explicaron que así se hace siempre. Por la tarde comenzaron a reunirse los Círculos menores para analizar, corregir y enriquecer la Relatio post disceptationem. Como era de esperar no todas las opiniones coincidían, pero se pudo llegar a definiciones comunes. Los auditores pudimos expresarnos sin dificultad y, como estaba estipulado, no votamos.
El resumen del trabajo de cada Círculo fue leído por su secretario. Al finalizar, si bien varios Padres Sinodales no apoyaban la publicación de los resúmenes, el Papa decidió respaldar esa iniciativa. Además incorporó un representante de África y otro de Oceanía al grupo que elaboraría la Relatio Synodi definitiva para que estuvieran representados los cinco continentes.
El viernes 17 se realizó la lectura del Mensaje final, elaborado por una Comisión presidida por el cardenal Gianfranco Ravasi y secundado por monseñor Víctor Fernández. El mensaje está dirigido a todas las familias, especialmente a las que siguen a Cristo. Pone énfasis en el desafío de la fidelidad del amor conyugal y todo lo que conlleva; reconoce las situaciones que vive la familia ante la presencia de un miembro con capacidades especiales, enfermedades crónicas, ancianos, muerte de seres queridos, etc. Enumera las distintas dificultades con las que se enfrentan las familias y reclama a los gobiernos y organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia en orden al bien común. Califica al amor conyugal, único e indisoluble, como uno de los “milagros más bellos”. Se refiere a la familia como Iglesia doméstica, educadora de la fe, donde se encuentran las distintas generaciones.
Una vez aprobado el Mensaje, se leyó la Relatio Synodi, que presenta diferencias marcadas con el documento borrador. Luego se procedió a la votación punto por punto de manera secreta y electrónica. Para lograr la aprobación del número se requerían dos tercios de los votos. Solo tres puntos no lo alcanzaron, aunque superaron la mayoría simple. Quizás algunos Padres Sinodales opinaban que el punto requería mayor profundización y/o diferente formulación.
Finalizada la votación, el Papa leyó su discurso con voz serena, permitiendo que sus palabras calaran hondo. Hizo una pintura fiel de los distintos momentos que, en el trascurrir de los días, habíamos vivido. Luego describió las distintas tentaciones que los participantes seguramente habíamos sufrido. El silencio fue absoluto, profundo. Finalizó afirmando que “la Iglesia es de Cristo;… que los Obispos en comunión con el sucesor de Pedro tienen la tarea y el deber de custodiarla y servirla …y que el Papa en este contexto es el garante de la obediencia, de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la Tradición de la Iglesia”. Luego pidió que la Relatio Synodi se trabaje en las Iglesias locales durante el año que media hasta el próximo Sínodo.
Las tentaciones enunciadas por Francisco me trajeron a la memoria el discurso de Benedicto XVI dirigido a la Curia Romana en 2005, al inicio de su pontificado. Recordando los 40 años de la clausura del Concilio Vaticano II, manifestó que la correcta interpretación del Concilio depende de una acertada clave de lectura y aplicación. Expresó que ésta puede hacerse siguiendo la hermenéutica de la discontinuidad y la ruptura o la hermenéutica de la reforma y la continuidad, y que una se opone a la otra. La primera tiene como riesgo separar la Iglesia en pre y pos conciliar; la segunda, “quiere transmitir la doctrina en su pureza e integridad, sin atenuaciones ni deformaciones”, y agrega: “es preciso que esa doctrina verdadera e inmutable se profundice y se exponga según las exigencias de nuestro tiempo”; que “este esfuerzo por expresar de un modo nuevo una determinada verdad exige una nueva reflexión y una nueva relación vital con ella”.
La tentación rupturista está presente hoy como entonces. Se manifiesta cuando se trata de oponer doctrina con pastoral, verdad con misericordia, sin advertir que uno da sentido y justifica al otro. En el trabajo pastoral es imprescindible la acogida, el acompañamiento, la escucha, el corazón abierto, actitudes fundamentales para poder llegar a hacer el Anuncio. También es preciso conocer en qué consiste el Evangelio de la Familia para poder anunciarlo y acompañar hacia una meta con paciencia y respeto, sin forzar los tiempos, pero con claridad en el camino que es preciso recorrer. La meta final: la santidad a partir del encuentro con Jesús es común para todos los hombres, cualquiera sea su condición y realidad vital.
Este Sínodo constituye un paso importante de un camino iniciado con la consulta de fines del 2013, a partir de la cual se elaboró el Instrumentum Laboris. Ahora le corresponde a las Iglesias locales analizar, reflexionar y enriquecer la Relatio Synodi, que será el documento de trabajo del próximo Sínodo Ordinario “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo”. Al concluir el mismo se le entregará al Santo Padre el documento final del Sínodo. Será Francisco “garante … de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la Tradición de la Iglesia”, quien elaborará un documento postsinodal.